Nuestro primer itinerario para descubrir la especial relación que existe entre la gastronomía líquida (beloved Adriana Chia) y la sólida nos llevó por Raval y Sant Antoni. Ahora, partiremos de nuevo desde el Raval pero esta vez, con destino al upper Eixample. No, no vamos a la milla de oro de la coctelería clásica (léase carrer Aribau), porque éste, amigos, es otro peazo post.
Trópico ya es sinónimo de brunch, alegría y color, y nuestro punto de partida. Su mapa de yeso en la pared, que enmarca su sala, es de lo más instagrameado en los últimos años, además de sus famosisísimos huevos benedict. Y si algo nos enamoró de Trópico (fuimos sus descubridores, publicándolos en nuestra primera guía, The Ultimate Barcelona Foodie Guide en 2014) fue la esencia de su propuesta de restauración: viajar a los países que se encuentran en las zonas del trópico a través del paladar, sea sólido o líquido. Rafael Tristancho, uno de sus propietarios, me cuenta que su carta de bebidas acompaña a la carta de platillos hasta el punto que cada parada de este viaje corresponde a un país representado por un plato y un espirituoso.
Su corta carta contiene 12 cócteles creados por Cristian Pineda, en los cuales se reflejan los sabores de Colombia, Perú, México, Tailandia, el Brasil amazónico o las islas del Caribe, representados a su vez por el licor nacional más representativo: ron, aguardiente, pisco, mezcal, ginebra… La novedad gastrolíquida este mes es el Peruvian Gold, una versión picantona del Pisco Sour, gracias al ají amarillo, al mango y, por supuesto, el pisco. Su perfect match es el Ají de Gallina. Lleva ají amarillo como el cóctel pero, por contra, este plato no es picante. El ají, si se limpia bien (quitando las venas interiores, las semillas y la piel), se neutraliza el picante y se mantiene el color amarillo natural. El plato se elabora con pechuga de pollo desmechada, ají amarillo, pan, leche, caldo de pollo, cebolla, una pizquita de comino y huevo de codorniz sobre una cama de patatas hervidas, acompañado de arroz. Dos versiones del ají amarillo, una en sólido, y otro en líquido francamente recomendables.
En la confluencia de Rosselló con Enric Granados nos encontramos con la sorpresa de finales del 2017, La Soperí. Un templo donde se sanan almas a través de la comida y la bebida, encarnada en una propuesta de coctelería fascinante basada en cócteles naturales y orgánicos con foco en la panela o la miel de ágave para endulzar. A su vez, los ingredientes que se encuentran en los cócteles también están en los platos, de manera que toda la experiencia se relaciona con sabores, aromas y texturas de forma orgánica.
Naiara Núñez, propietaria y creadora de las cartas de comida y bebida, siente que tanto uno como otro tienen una fuerte vinculación con las emociones, hasta el punto que lo que ingerimos, sea sólido o líquido, debe curar, sentar bien al alma, transportar… No extraña que uno de sus destilados fetiche sea el mezcal, porque según Núñez “nos apasiona la fuerza que tiene la planta del ágave (sobrevive sin luz, con poca agua, es alcalina, con lo que no te da resaca, etc…). Ayuda a elevar los estados de consciencia, casi con un aura de sanación”.
Y a fe que nada de lo que dice suena a raro, porque efectivamente lo que ingieres en La Soperí te cae de maravilla en el cuerpo. Buen ejemplo de ello son los Rollitos de salmón macerado con naranja, soja y jengibre sobre montadito de calabacín crudo, que maridan genial con una Margarita floral (Jamaica o Jazmín) elaborada con mezcal infusionado con azahar, manzanilla y jazmín, toque de lima y sirope de ágave.
Núñez, que antes de estudiar en la Hoffman ya trabajaba en barras, desde muy joven, tiene esa visión global que atrapa. Vincular el alimento al alma es muy reconfortante. Si entornamos los ojos, seguro que vemos secuencias del film Como agua para chocolate, la adaptación de la novela de Laura Esquivel que despertó la sensibilidad de muchos adolescentes en los 90’s.
Finalizamos el viaje en Santa Burg, el restaurante concepto del chef Alain Guiard que, desde hace más de un lustro alimenta a carnívoros con burgers de gran calidad. Y desde hace poco (¡primicia!), permite que los adictos a la buena coctelería acompañemos bocados con deliciosos tragos. La artífice de este twist es la bartender Marta Bini, que algunos conoceréis por haber sido profesora en la EBS.
Este lugar es reconfortante, con un servicio atentísimo y la confianza de saber que, literalmente en cualquier momento del día y de la noche se pueden saciar los instintos con un buen cóctel y un bocado delicioso. Preguntando a Marta sobre qué plato es aliado natural de un cóctel en concreto, tiene dos en mente que siempre recomienda y nunca falla: en primer lugar, las costillas de cerdo confitadas a baja temperatura y lacadas con una salsa de barbacoa y miel que piden a gritos un Hay Mi Mai Tai (spiced ron, Dry Curaçao, sirope de pistacho y anacardos y lima), porque la grasa de la barbacoa y la miel de las costillas contrastan con la acidez del cóctel.
Una matrimoniada similar es la de la Hamburguesa Eazy-T con el Santa Burg Garden Fizz (ginebra, flor de saúco, sirope de pepino, menta, limón y rose lemonade), con el añadido de las notas florales delicadas del cóctel, muy adecuado para la suculencia de una de las hamburguesas más ricas de la carta del Santa Burg: Tendon Light de 220gr de carne de vaca Frisona con Maduración Dry Aged (en entorno con humedad controlada, de entre 40 y 70 días) acompañada de olivada, parmesano, rúcula y tomate seco. ¡Imposible no salivar!