Gala es el nuevo proyecto de Grupo Isabella’s, una muestra de su imparable apuesta por ocupar el nicho de los restaurantes elegantes con buena comida y cuidado lifestyle. En pleno Eixample, Gala recupera el que había sido el (mítico) Principal para devolver brillo y sabor a base de diversión y cocina mediterránea sin ataduras.
Gala recoge muchos guiños de los momentos más divertidos, descontrolados y libres del siglo XX. El dinamismo del Berlín de los años 20, desenfadado, liberal y transgresor o el de Estados Unidos, a unos miles de kilómetros de distancia, con su fiebre por el baile y la velocidad. Nos imaginamos ese frenesí en su planta baja, donde además de estar su club encuentras un carrusel, un autómata que predice el futuro y una tarotista los fines de semana, en un reservado cerca de los baños, lista para echar las cartas y vislumbrar el destino de los clientes todas las noches de jueves a sábado.
También se percibe el halo intenso de la intelectualidad del París de las vanguardias, en la primera mitad del siglo XX, inmersos en conversaciones interminables y trascendentales, entre copas y tabaco. O ese punto de atractiva sordidez de los beatniks en su descontrolado verso y ritmo trepidante bajo las notas de jazz. Y barriendo para casa, incluso la Gauche Divine de los 60 podría asomar, con sus encuentros cargados de prosa, creatividad y política, antes de irse a Bocaccio.
En definitiva Gala es inclasificable pero sí conecta con el espíritu juguetón del comensal, sea cual sea su edad. Y como su horario es de cocina ininterrumpida de mediodía a medianoche, quien acude a esta casa de la diversión encontrará momentos especiales para vivir. Cuenta con un precioso patio, soleado y diáfano, presidido por una fuente en forma de nariz daliniana de la que brota agua y un murmullo que mece. Sus interiores, de colores vibrantes, reciben buena dosis de luz a través de sus ventanales, imprimiendo calidez.
Siguiendo la estela de los otros restaurantes del Grupo Isabella’s (ahora liderado por su segunda generación, Marco Garí), Gala pone su foco en el mediterráneo, pero sin corsés: platos de temporada, clásicos italianos, carnes y pescado brasa, tartares y una buena propuesta de makis, sashimi y nigiri. Platos para todos y para todos los gustos. Y además, están buenos. Ya con la llegada de un plato de jamón cortado a mano, un Guijuelo Reserva de 70 meses cortado a 0,4mm, el ánimo se eleva: maestría en el corte que se acompaña de un buen pan con tomate. La tortilla vaga trufada de alcachofas nos induce a acabarnos el pan con tomate, regado con un Riesling Trocken de la bodega Leitz. Ánimo arriba para recibir los guisantes del Maresme (de lágrima) con alcachofas, butifarra negra y trufa.
Si antes hablábamos de dejarnos llevar por nuestro apetito y filias, mezclando a placer, continuamos con un tartar de negitoro y caviar, para finalizar con un suculento lomo alto de Black Angus de Nebraska de 300gr. Y tan contentos, porque otro punto a remarcar de Gala es que su servicio es realmente bueno. Finalizamos con un lemon pie (deconstruido, servido en una copa de helado) y un buen pastel de queso.
Para aderezar estos platos, Gala ofrece una buena y variada selección de vinos a copas (espumoso, tinto, blanco y generoso) además de una nutrida carta de vinos, con más de 100 referencias de vinos y espumosos (champagne también, por supuesto) de bodegas locales, nacionales y internacionales. No se olvidan de quienes disfrutan acompañando el mordisco de un sorbo de su cocktail: hasta 10 cócteles signature que se sirven sin límite horario.
Gala Restaurante
El ticket medio es acorde a la experiencia, que va más allá de sentarse a una mesa a comer o cenar: entre 55 y 70€. Nuestra recomendación es que acudas con tiempo, y de ser posible, sin planes a posteriori. Este lugar atrapa con su magia y probablemente el tiempo que allí estés deje de contar. Se encuentra en la calle Provença 286, 08008 Barcelona.
