Ona Nuit es un referente de la escena gastronómica del floreciente Prat de Llobregat, primero con el empuje de Susana Aragón y ahora bajo la dirección bicéfala de David Justo en los fogones y Jordi Castán en la sala, desde hará un escaso año. Mediterráneo, producto y sencillez sabrosa en el plato.
Un camino que David y Jordi han aprendido a andar, al ritmo y reloj de una ciudad que no es Barcelona y que cuenta con una espléndida huerta a sus pies. Sí, mucho aprendizaje, porque como Castán indica, han entendido que el producto marca la propuesta gastronómica y no a la inversa, como muchas veces sucede en Barcelona, que aún no ha dirigido su mirada a la riqueza agrícola que tiene a pocos kilómetros. Efectivamente, el diálogo con el productor (¡el de proximidad!) es para ellos el termómetro definitivo, consiguiendo así trabajar el producto en su temporada, y dentro de ella, en su punto álgido. Es por esa razón que su carta está en cambio constante, no en vano ¡en seis meses han cambiado la carta once veces!
Ona Nuit es como un sueño de verano, y así lo sentimos en boca cuando probamos sus platos, a mediados de septiembre. En una ciudad que está reivindicando su papel en el mapa gastronómico, Justo ejecuta una propuesta informal donde prima el sabor y la técnica justa para que ésta alce al producto como protagonista. Y el servicio en sala, dirigido por un Castán exigente y atento a todos los detalles, es exquisito y medido. Encaja porque a estos dos jóvenes empresarios les mueve la pasión, y un convencimiento profundo en lo que están haciendo.
Probamos delicias que, con un justo maridaje creado por Castán, nos dieron una visión poliédrica del producto de la zona: con un blanco, Finca La Terrenal 2015 (D.O.Terra Alta), degustamos un calabacín del Parc Agrari con tomates cherry, brotes, burrata ecológica y chutney de cereza del Baix Llobregat inmenso de sabor, así como una berenjena frita con miel, escalivada al horno (como una oblea crujiente, espectacular revisión de esta plato típico cordobés). Seguimos con un buffet de tomates (monterosa, pimiento, cor de bou y barbastro) del Parc Agrari, aliñados con aceite, pimienta y sal (¿para qué más?), y un supremo bonito de Vilanova con puré de calabacín anisado, kimchi de acelga, pickle de pepinillo y sichimi togerashi. Al steak tartar de filete de ternera de vaca bruna de Pirineus (con emulsión de chipotle, crema de raifort y tamarindo con pétalos de pensamiento e higos) le acompañó el Beppo 33 (D.O.Montsant) del 2016, 60% garnacha y 40% cariñena. Y a la traca final también, un entrecot de bruna con patatas de La Masia, sazonado en su justo punto, jugosísimo. Broche final: interesante mousse de mascarpone con manzana (sí, del Parc Agrari) bañada en almíbar de canela y nuez pecan, con helado de caramelo salado.
Por supuesto, la alcachofa y el pota blava, emblemas del Prat, están presentes como estrellas rutilantes cuando es la temporada. Estos productazos, y otros que entran y salen en la carta del Ona Nuit, se acompañan de una carta muy mimada por Castán de pequeños productores casi inéditos. Con Diez referencias de blancos y diecisiete de tintos de diversas D.O. (Jumilla, Rueda, Terra Alta, etc.), a Castán le gusta que ese desconocimiento por parte del público dé pie a contar un relato e hilvanar con los platos que mejor maridarán cada vino.
El Prat de Llobregat está a un paso de Barcelona, y es un vergel que inspira a restauradores locales de gran potencia y discurso. No sólo vale la pena el corto desplazamiento, casi debería ser obligatorio. Para comer, todos los días (excepto el martes, que está cerrado) de lunes a domingo, de 13 a 16h, se puede comer a la carta u optar por la Fórmula Mediodía a 17,50€ (que incluye un aperitivo del chef y 4 opciones de entrantes, principales y postres a escoger). Para cenar de miércoles a sábado, desde las 19:30 hasta las 23:30h.