Insolent es el primer proyecto de cuatro amigos, Javier Custodio y Pedro Huerta (en la sala) y Miquel Garcia y Julià Castelló en la cocina, y en él han volcado la experiencia recolectada en otras grandes casas de alta cocina como Disfrutar, El Celler de Can Roca o los proyectos internacionales de Jordi Vilà y Paco Pérez. Pero de alta cocina no va Insolent, sino de cocina tradicional, con inevitables toques de autor en creatividad y alta ejecución técnica. Insolent es un gastronómico en toda regla que despliega su buen hacer tanto en el restaurante, a los pies de la Plaça del Sol, como en el rooftop del edificio que los alberga, el Hotel Casa del Sol Sonder. En el restaurante, cocina jaranera donde brilla el producto de temporada y elaboraciones tan precisas como los arroces, que bordan y que ya se han labrado una clientela fiel. En la azotea, los fines de semana se ameniza con bocados más informales y música.
Está triunfando, porque aunque Insolent pueda sugerir que hay excesiva formalidad, es todo lo contrario. El nombre de este proyecto tiene su doble vertiente, coger referencia de la Plaça del Sol y a su vez, aludir a una actitud inconformista que tiene voz propia y sabe lo que se hace, con confianza.
En la carta, bien definidos los entrantes y principales. Te sorprenderán finezas como el umami adictivo de la tostada de anchoa con aceite de jamón inérico y mantequilla ahumada, la ostra con ajoblanco de chufas y vinagreta de cereza o el plato que está destinado a ser la bandera de este cuarteto, el xuixo. Este xuixo tiene ADN gerundense, proviene de la mítica pastelería Can Castelló de Figueres y en su obrador elaboran el xuixo siguiendo la receta e indicaciones de la cocina insolente. ¿El resultado? Un sorprendente xuixo de pesto de cacahuete, mascarpone e higos que anda entre las exquisiteces del dulce y el salado.
En los principales, destaca el arroz, siempre mutando según los ingredientes del mar y la tierra que llegan a la cocina. Memorable el que probamos, el de gambas, navajas y almejas con una delicada mayonesa cítrica. Atacamos después las mollejas de cordero con puré de apio, que se deshacen en la boca, explotando el sabor suave en el paladar. Para otra ocasión dejamos las suculencias a la brasa (Josper, qué duda cabe): piezas grandes de carne que se pueden acompañar de sugerentes pimientos del piquillo, patatas al horno con romero o cogollos a la brasa al estilo coreano.
Llega uno de nuestros momentos (siempre) favoritos: hincarle el diente a los postres. Y si hay chocolate, aún mejor. Nos tiramos de lleno al cremoso de chocolate, helado de pan y crujiente de aceite y sal, un postrazo que bautizan como “¿Merendamos?” por referir al mejor comeback de merienda del mundo: el pan con chocolate. Y como el chucho es lo suyo, también probamos el relleno de crema de canela y cardamomo, manzana caramelizada y helado de queso cremoso. Pura maravilla.
Dejaros aconsejar por Javier y Pedro, tienen la sala y la sumillería en vena y son unos ases acertando con el vino. Nos sorprenden con el Blanc de Mayte, un xarel·lo potente y complejo de las bodegas J.Fortuny Fàbregas que nos ha acompañado alegremente a lo largo de este festín. Un festín que, por cierto, sale sobre los 40-45€ por cabeza. ¿Qué hay más a favor de este cuarteto de insolentes? Servicios de comida (de 13 a 15:30) y de cena (de 20 a 22:30) de miércoles a sábado y unos sábados en la azotea de son una fiesta non stop. Volverse insolente no había resultado nunca tan chic.
