Las tapas en Barcelona se han arraigado de tal manera en nuestra cultura mediterránea que es inimaginable pensar que cierto día no existieron. ¿Pero quién conoce su procedencia? Si bien es cierto que se habla de múltiples leyendas en torno a su creación, nosotros nos inclinamos por la que atribuye el mérito a Alfonso XIII.
La historia cuenta que, en un viaje a Cádiz se encontró con un mesero que en un acto improvisado tapó la copa de su cliente con una loncha de jamón para evitar que las moscas entraran en la copa de Jerez. De ahí que el rey repitiera la copa, pero con la misma “tapa”. Hoy, este acto espontáneo de tapar la bebida con un ligero bocado se ha convertido en algo propio de nuestra cocina, personalidad y cultura.
El tapeo nos encanta y con el buen tiempo apetece aún más, así que os traemos un top de los mejores bares de tapas de Barcelona en los que disfrutar a cuerpo de rey.
Bar el Zorrito, nuestro favorito del Eixample
Este restaurante de tapas situado en la zona de Francesc Macià lleva años conquistando los estómagos a base de recetas de toda la vida creadas con productos de calidad. Su breve pero suficiente carta es perfecta para disfrutar de un buen tapeo en un ambiente cálido y acogedor.
Revive los momentos familiares con sus croquetas “hechas en casa”; viaja a los Pirineos con sus tablas de quesos y embutidos ecológicos; disfruta de la maestría de los pescadores con platos como el bacalao confitado con mermelada de pimientos y verduras en tempuras; o deleitate con el producto de máxima calidad con los huevos ecológicos a baja temperatura trufados con patatas y cebolla o con las alcachofas con PX y foie.
Fotografías de Alex Froloff
Bar Cañete, un clásico de las tapas de Barcelona
Como seguramente ya debéis saber Bar Cañete se ha colado entre los tops cualquier bon vivant de la ciudad. ¿El secreto? Que el producto hable por sí solo. Este restaurante ha conquistado toda Barcelona gracias a las tapas y platillos sencillos, desnudos, sin grandes estridencias en los que reluce el producto por su calidad. Pero también hay otra clave de su éxito, el personal.
En un ambiente en el que se mezcla la barra con el mantel, su oferta gastronómica es tan variada que la mejor opción es dejarse llevar. Eso sí, hay clásicos que no te puedes perder como sus croquetas, el canelón de pularda rustida con bechamel de foie o la bomba picantona de la Barceloneta.
Bodega 1900, nuestro bar de tapas favorito
Bodega 1900 es un homenaje personal de Albert Adrià a la tradición del vermut de mediodía. No es una vermutería, ni una bodega al uso como las que conocemos en los barrios más populares de Barcelona. ¿La similitud? El producto de primera calidad: latas, ahumados, embutidos, brasa, escabeches… y la decoración tradicional y auténtica.
En su carta encontrarás clásicos reinventados con un toque canalla, un festival de productos extraordinarios servidos de la mejor manera, tapas originales como: algas crujientes, guildas, cortezas de cerdo, pescaíto del día frito, mollete de calamares picantes o de papada… un sinfín de propuestas en las que se entremezcla la sencillez con la calidad para sorprender todos los paladares.
Bar la Plata, las mejores tapas en la Barceloneta
Este bar de tapas es uno de los más auténticos de Barcelona: pequeño y encantador, un lugar de aquellos que respiran historia por cada esquina. Bar la Plata se abrió en 1945 y sigue manteniendo la magia de antaño, de ahí que la clientela sea básicamente autóctona, algo que cuesta ver en la ciudad.
La carta es sencilla y se basa en cuatro tapas que llevan toda la vida ofreciendo: ensalada de tomate, cebolla y aceitunas, pincho de butifarra, boquerones y pescaíto frito. Eso es todo. Eso es suficiente para abarrotar cada metro cuadrado.
Cova Fumada, creadores de las bombas de la Barceloneta
¿No conocéis la historia que hay detrás de la Cova Fumada? Cuenta la leyenda que las tradicionales bombas de la Barceloneta se crearon en este pequeño tapas bar, en el que no hay cartel, ni falta que le hace. Su marcada identidad nos recuerda aquellas tabernas frecuentadas por marineros en las que se ofrecía sobre todo pescado.
Para probar sus afamadas bombas y demás tapas de la carta –calamares a la romana, sardinas, pulpo, tallarinas, gambas, alcachofas, chorizos, etc- debes ir armado de paciencia, ya que habitualmente hay lista de espera, y libre de prejuicios, porque no es ni lujoso, ni tranquilo. Eso sí, la espera es merecidísima y el local preserva años de historia.
Pepa Pla, un restaurante de lo más romántico
Pepa Pla es un lugar con un encanto particular gracias a la sabia decisión de Jordi Peris, Jordi Palomino y Jaume Pla de conservar algunos elementos de la antigua librería que albergaba el local. Este bistró romántico, de luz tenue ha pasado de ser un lugar de culto literario a uno de culto gastronómico y enológico en el que se cuida al detalle cada producto que se sirve.
En su carta se revisan recetas tradicionales elaboradas con ingredientes locales- algunos salen incluso de su propio huerto urbano- con toques foráneos, y la mínima manipulación posible. Platillos para compartir como la caballa marinada con hinojo, el okonomiyaki con foie o los calamarcitos con tocino a la plancha serán el acompañante perfecto para todas las referencias de este bar a vins.
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