Tan sólo 14 metros cuadrados, 8 comensales y dos chefs cocinando y atendiendo una pequeña barra. Arnau Muñío, chef propietario, tenía claras dos cosas al abrir el Direkte Boqueria: hacerlo a su manera y tempo, optando por el formato de degustación, e ir variando esos platos conforme llegara productazo a sus neveras. Del mercado al fogón y del fogón a su barra-degustación, más directo imposible.
Direkte ocupa un pequeño corner, bajo las arcadas que rodean la arteria comercial y turística de la ciudad. Antes era Yango, de Carles Abellán, y el relevo de Muñío hace respirar su estela, pues no en vano este chef ha formado parte (hasta hace escasos seis meses) del equipo de Abellán en diversas de sus aventuras. Del blues al rock progresivo de Led Zeppelin, Muñío y su sous chef Shu Zhang evolucionan por la cocina cocinando, sirviendo platos y departiendo con los comensales.
Algo tan íntimo prometía maravillas, y así fue: nos sentamos con muchas expectativas a finales de septiembre y optamos por el menú largo, el Direkte Boqueria, compuesto por 12 platos (dos son postres) de verano y guiños del de otoño que a fecha de hoy, debe haber implementado. Empezamos: infusión de otoño de trompetas de la muerte y té chino ahumado con mantequilla al punto de avellana (las trompetas encurtidas en un miso dulce y shimejis); pulpo envejecido en dashi tsukiji, quizás el plato más instagrameado de la barra por estética, que nada envidia a su sabor; esqueixada de atún del Mediterráneo; canelón de morro y oreja al estilo vietnamita con langostino de Sant Carles de la Ràpita; Ostra a la brasa en su jugo envuelta en papada ibérica (¡qué bocado de placer…!); Kakigori de foie, piñones y vino rancio; Coca de recapte en plano con cebolla de Figueres confitada, sardina ahumada, papada ibérica de bellota, uvas, aceite de arenque, yogur y eneldo; bacalao al pil pil con llanega negra y sésamo negro; carrillera de ternera ahumada al estilo Pekin y una presa ibérica a la brasa con ciruelas, wasabi y nori para finalizar los pases salados. Dos postres cierran con nota: el escabeche de fresones del Maresme con vinagre de shisho y sake, y el pastel de queso a la brasa con té verde.
Directo y contundente, como el servicio de los dos chefs, ejecutando una danza. El ambiente festivo, la rapidez del servicio y la suculencia de los platos hace que esta experiencia de poco más de hora y media sepa a poco. Como un buen amante, el dúo Muñío-Zhang te dejan con ganas de más.
De martes a sábado, puedes optar por ir a comer en cualquiera de los dos turnos, el de las 13:30 o el de las 15h. Y para cenar en viernes y sábados, same same: el turno de las 19:30 o el de las 20:30h. Lunes cerrado.
