Hablando con sinceridad… ¿Qué aporta Tamae a una escena gastronómica con grandes exponentes y propuestas japonesas de alto copete? Lo tenemos claro: japonismo de alta fidelidad o lo que es lo mismo, una carta pensada y diseñada por Albert Raurich y ejecutada por otro solventísimo chef, Eugeni de Diego. Calidad, calidad y más calidad a 35€ por cabeza y un estómago reventado a felicidad.
Raurich y de Diego son amigos y concibieron Tamae con una clara voluntad de negocio, más allá del homenaje a la gran Tamae Imachi en el nombre del local. ¿El foco? Hacer un delivery de altísima calidad, con productazo, una máxima innegociable para estos chefs. Con el escenario cambiante, esas 8 plazas que previeron en sala al abrir en noviembre del 2021, sentados frente a la barra, han quedado insuficientes: los que acuden in situ son más del 60% del negocio. Los atractivos son claros: su rapidez, gracias al testado sistema implementado para dar respuesta a pedidos de delivery, junto a la oportunidad de disfrutar de un show de barra de sushi. Todo ello por un ajustado precio y la fiabilidad de dos sensatos chefs de alta cocina detrás.
Pero ojo que nada de ese feeling se pierde con el delivery, el punto de partida inicial y la vigente apuesta de los socios: lejos de acortar la carta para delivery, ya están trabajando en ampliarla para hacerla más versátil y que sea posible comandar piezas sueltas.
Cuando se piensa una carta para delivery se tiene en cuenta que el sota, caballo, rey es siempre un acierto. Aunque la tentación de subir el peldaño y ofrecer platos más creativos es poderosa, tienen claro que mantenerse en estándares reconocibles asegura una experiencia en casa excelente. Esos platos, nos explican, necesitan que alguien los explique para generar valor y es muy complicado llevar esa parte de la explicación que se puede dar en sala a la experiencia delivery. Al final, esa simplicidad hace brillar al protagonista, el producto, una máxima para Tamae. Tanto es así que los proveedores son los mismos de Raurich en su estrellado Dos Palillos.
Al lío: nos sentamos en la barra y observamos con fruición cómo preparan la selección de nigiris de Tamae, 5 unidades de nigiris especiales de salmón, salmón soasado, ventresca de atún, ventresca soasada y vieira. Lo devoramos mientras vemos que el hako de tartar de atún viene a continuación, con 5 unidades.
Desde la cocina llega el panko age de merluza del Cantábrico. Curada en sal durante 24h y posteriormente limpiada con sake para la fritura, mojar estos palitos de merluza rebozados en la salsa de curry Madras es el paraíso. No menos glorioso nos parece el spicy tuna roll, que disfrutamos por recomendación de los itamaes (y confesión sotto voce que son sus preferidos). Pepino, alga de yuzu y sunomono con topping de ventresca de atún y tenkasu (flakes de tempura). Ahora quién nos dice cómo vamos a poder comer un spicy tuna que no sea éste… Faenón. En fin, mejor dedicarse a disfrutar de otro hit, el bowl de tartar de solomillo de ternera con salsa Tamae.
Como buenos fans de un buen bao, no podíamos dejar de hincarle el diente al bao de costilla de cerdo cocida a baja temperatura, servida con chutney de mango y hierbas frescas. Buen bao, esponjoso y levemente húmedo. ¿Que hay yakisobas? Nos los pedimos como colofón al festín. Yakisoba de pluma ibérica y verduritas, riquísimos.
Tamae nos hace pensar en un anuncio viejuno, de Firestone: la potencia sin control no sirve de nada. Raurich y su equipo encabezan la parte creativa, y de Diego (con el suyo), la operativa. Potencia controlada, efectivamente.
En un futuro, la mesa alta con una estantería repleta de productos será un colmado asiático de productos difíciles de encontrar, de pequeños joyas para llevarse a casa e intentar emular a estos itamaes. Y la nevera que ahora luce cubierta en la entrada, ofrecerá un buen surtido de platos para take away.
El futuro de Tamae brilla: recomiendan 3 platillos por persona (aunque nosotros, como siempre, nos hayamos zampado el doble) y su delivery está disponible vía Glovo y delivery propio operado por Stuart bajo una premisa que aplaudimos: el compromiso de que los platos calientes siempre llegarán perfectos. Si hay un leve retraso en la recogida, ese plato se volverá a repetir. Y si lo tuyo no es el delivery sino el jolgorio de una sala, te esperan en la calle Casanova 262 todos los días de 12:30 a 16 y de 19:30h a 23h.