El Eixample recibe a un enfant terrible que con 25 años ha pisado las cocinas de Heston Blumenthal, Oriol Ivern, Jordi Esteve o los Roca persiguiendo una visión, la que con 16 años le dijo que abriría su propio restaurante. Ha llegado su hora: Prodigi promete platillos con acento y un futuro con la magia que augura su nombre.
Se llama Jordi Tarrés, un valiente que en tiempos de rentabilidad versus poesía y romanticismo se lía la manta a la cabeza y decide poner agallas, ahorros y tiempo en ofrecer a Barcelona el fruto de su aprendizaje en fogones gastronómicos de alto nivel: prácticas en Nectari, Celler de Can Roca y árduo trabajo en The Fat Duck e Hisop, penúltima parada e inspiración última.
De las cocinas estrelladas más internacionales aprendió el valor de la creatividad como alas de libertad y de Oriol Ivern aprendí a bajarlo a un nivel terrenal, a lidiar con casar esa creatividad con la rentabilidad, acotando los gastos, explica Tarrés. La admiración y aprecio sincero por el chef y propietario de Hisop se palpa siempre que Tarrés le menta. De esa época no solo mantienen amistad sino que también tengo su mantelería para mesas grandes que Oriol me prestó.
Tarrés tiene muy claro ese balance entre lo divino y lo terrenal. Tiene como referente la cocina del 11 Madison Park, cómo elevan las partes menos nobles del producto, y enarbola la herencia de su experiencia en Hisop buscando proporcionar una experiencia gastronómica de gran calidad al precio más ajustado posible. Rebajando la barrera del precio no solo anima a más comensales curiosos a acercarse a su prodigio sino que le presenta con humildad y vocación de trabajo.
El menú degustación por 55€ y 8 pases es buena muestra de ello. No obstante, hemos pisado este santo lugar porque nos han recomendado vivamente probar el menú de mediodía por 26€ por persona: entrante, principal y postre con bebidas aparte (interesante bodega con cerca de 90 referencias de vinos de proximidad y proyectos vitivinícolas especiales) que cambia cada mes. ¿Vamos a ello?
Ir dos a comer es en este caso un gran acierto porque haciendo sendos menús hemos podido probar todos los platos. Lo que nunca compartimos es el vino: Jaspi Blanc de Coca i Fitó 2019 por un lado, y Bàrbara Forés de la bodega con el mismo nombre por el otro. Ni el aperitivo, el parfait de pollo, semillas de mostaza y trompetas de la muerte que no es posible compartir ni por tamaño ni por lo delicioso que está este bocado.
Buenos entrantes: la calabaza asada con salvia, sobrasada a la brasa con miel y vinagreta de avellanas es un plato pensado para agradar al más pintado con textura y umami a punta pala. La caballa braseada con curry verde, hinojo, huevas de trucha y mano de buda es excepcional y elegante, seguramente redondo si se hubiera apostado por subir un pelín ese curry verde (que por otro lado, Tarrés mezcla y prepara con cariño). Pero la pechuga de pollo de corral con puré de chirivía, colinabo confitado y salsa de foie es la que se lleva nuestro corazoncito disfrutón porque con arrojo se le da la vuelta a la siempre denostada pechuga. Ay, ahora es melosa, sabrosona y se devora con fruición.
El otro principal, la merluza de pincho a la plancha con salsa café de París y texturas de coliflor, es un correctísimo plato de ensalce al producto. Una solo opción de postre en el menú: peras al vino con helado de tatin de pera. Para evitar disgusto y pelea pedimos probar otro postre, el que sea más isignia de esta casa. Llega el helado de ajo negro, bizcocho de molasses, te negro, modena y uvas y cerramos los ojos con secreto placer en cuanto lo probamos. El prodigio ha concluido.
Como ya no nos da más cuerda el seguir con el prodigio os contamos el porqué de su nombre. Es fruto de una casualidad y del ingenio como ensamblador de las oportunidades: refiere a su ubicación geográfica, en una confluencia entre las calles Provença, Diagonal y Girona. Junta las dos-tres primeras letras de estas tres calles et voilà!
No es mago porque lo que hemos comido no es fruto ni de un azar ni de un hechizo de Tarrés y su equipo: hay base, hay trabajo, hay honestidad y ganas de labrarse su lugar en el mapa gastronómico de la ciudad, piano piano. Seguramente ese menú degustación pronto suba de precio porque lo merece, al igual que el menú mediodía (disponible de martes a viernes).. Nosotros no tardaremos en regresar a por ese menú degustación. ¿Te apuntas? Apunta: de martes a sábado de 13 a 16 y de 20 a 23:30h excepto los domingos, que abre para el servicio de comida. ¿Dónde? En Girona 145. Buen provecho.