L’Hermòs refiere, según nos cuenta el propio Peñalver, a una persona que el escritor Josep Pla conoció en Aigua Xelida en los años 40. Se llamaba Sebastià Puig y fascinó al de Palafrugell con su conocimiento del medio y de la subsistencia en el mismo, de forma sencilla y feliz. Dos eruditos, uno con estudios y el otro con años de vida y experiencias, que se hicieron amigos. Peñalver, ávido lector de Pla, pensó en este referente cuando, a finales del 2022 algunos paradistas del vecino Mercat de la Llibertat le propusieron coger las riendas de una parada que se quedaba vacía por jubilación.
Tenía una aroma nostálgico y romántico tan poderoso que Peñalver aceptó, teniendo clara cuál sería la esencia de esa barra para 14 taburetes: cocina marinera y foco en el pescado y el marisco bien manipulado y respetado, desde el crudo hasta la cocción al fuego. Desde el producto más humilde, como las sardinas rellenas, al producto más excelso, como las gambas de Palamós. Pero ojo, que la corta carta no engañe: hay un sabroso mundo esperando en los fuera de carta, con joyas magníficas que Sara, desde sala, cantará con media sonrisa. Aquí lo importante es llegar pronto y comandar con rapidez para asegurar hincarles el diente.
Hay un plato que resume la esencia de l’Hermòs, y son las sardinas rellenas de picada tradicional y tomate de colgar y otro, la sepia a la plancha con boloñesa sin carne, que explica el punto gastronómico de este pequeño restaurante que factura grandes platos con tan solo dos fogones.
Entrando en el terreno del fuera de carta, encontrarse con las almejas con judías del ganxet es ver un cielo abierto. Sí, tal como anticipó la saliva que se formó en nuestras bocas al comandar, es un plato fresco pero untuoso, que llena la boca de sabores que refieren al chup-chup pero también al fuego, y a los sofritos que son la base de nuestra cultura mediterránea. El arroz de vieiras, el colofón que colma de felicidad porque el paladar se mantiene agarrado a la Costa Brava, a la cocina marinera, al leve olor salino que la memoria evoca.
Esa barra es cosa seria y a un ticket que puede quedarse en un normalito 35€/pax (o encaramarse a 50 y 60€ si vas con el morro caliente) se le suma una buena noticia: ya es posible reservar. Y créeme, debes hacerlo: ya se ha corrido la voz y si vas sin tener taburete asegurado, puede que te quedes en segunda fila, mirando con ansia lo que los demás comen. Si eso pasa, al menos pídete alguna copa de vino. Sara, otra vez, será clave para acertar entre su selección de vinos, algunos de ellos, naturales.