La tradición gastronómica de bar llega al epicentro de la ciudad de la forma más sabrosa. A quien preguntes sobre La Pubilla, l’Hermòs o l’Extra-bar te sabrá decir dos cosas: que está en Gràcia y que se come de lujo. El artífice de estos tres templos es el chef Alexis Peñalver, un adalid de la identidad gastronómica de nuestra ciudad y Cataluña. Uno de sus referentes es Josep Pla, el escritor, periodista y disfrutón más célebre de la historia de la cultura contemporánea catalana.
Los paisajes, el territorio y la pertenencia de lo que se come en él, tal y como la describe Pla, es toda una fuente de inspiración. La principal para Peñalver, y es con el nombre de un pescador de Aigua Xelida, retratado en las letras de Pla, que el chef bautiza su tercer proyecto en Gràcia, l’Hermòs.
Todo conecta con una sensibilidad única que Peñalver proyecta a todo lo que por sus manos pasa: identidad, historia, cultura y un interés por lo popular que, al fin y al cabo, era lo que marcaba la esencia gastronómica de
Bar La Esquina sigue esa estela de coherencia que Alexis Peñalver lleva difundiendo desde hace más de una década, con la mirada serena de quien ha trabajado en muchas cocinas y ha percibido distintas realidades. La suya, es imperturbable: cocina popular, sabrosa, con foco en los guisos y el chup chup, anclado en pilares de la cocina catalana tradicional. En Bar La Esquina, todo ello está presente en forma de tapas, platos y una cocina ininterrumpida.
Una larga barra perimetral define el local. Y esa barra es toda una declaración de intenciones: en esta casa, hay mucha barra y poco mantel. Un juego de palabras que manifiesta que la esencia popular manda, sin mucha formalidad pero con mucha profesión. Empieza la jornada con un esmorzar de forquilla: no esperes los hits del conocido menú del viajante pero sí disfruta de buenas tortillas, buenos bocatas, huevos fritos, bikinis, charcutería y algo de bollería fina. Riégalo con café de especialidad o, por qué no, con un buen vermut. Si buscas donde almorzar, apuesta por sus tapas o platillos como la butifarra de Calaf con alubias de Santa Pau con salteado de setas y ajos tiernos o la terrina de cabeza de ternera en carpaccio, con su vinagreta de encurtidos. Y si el mood es de cena, a esa carta súmale platos de fuera de carta con tesoros de temporada, bien de chup chup.
Nosotros probamos un poco de todo: mucha esencia de barra en los croquetones, el matrimonio de anchoa y boquerón y la ensaladilla esquinera, su versión de ensaladilla rusa con ventresca de atún.
De la huerta, el plato estrella es la berenjena asada con sobrasada, romesco verde y mató. La carne tiene su presencia más chup chupera en un soberbio canelón de jarrete de ternera y parmesano, con salsa de trompetas. Los fuera de carta, una fuente de joyas gastronómicas de sabores tradicionales y producto como el revoltillo de setas con su huevo frito.
Del mar destaca el calamar relleno de butifarra, un mar y montaña clasicorro muy bien guisado, con potencia de sabor y suavidad en textura: ¡todo lo bueno de un buen guiso! Tienen bacalao con sanfaina, que dejaremos para otra ocasión porque no nos podemos resistir al arroz de gamba roja. Y menos aún a finalizar el festín con un flan de vainilla, con su chantilly de nata.
La oferta líquida está a la altura, divertida, con vermuts, manzanillas (fantástica la Fina La Solera), vinos naturales, dulces (¡un moscatel añejo para los postres!) y espumosos en variadas referencias que desde sala te aconsejan de maravilla. Un oasis en pleno centro con un horario muy conveniente: desde las 8 de la mañana, hasta las 11 de la noche.