Keanu llega a Barcelona tras su exitoso paso por Moscú, liderado por su chef ejecutivo Ulan Beishenaliev, toda una garantía porque de todos es sabido que en Moscú es donde se está elaborando la cocina japonesa de más alto nivel fuera de Japón. Con un concepto idéntico al que se presenta en Barcelona, el Keanu barcelonés es una oda a la cultura panasiática, incluyendo platillos representativos de las más conocidas gastronomías asiáticas, con foco primario en la japonesa. Keanu, como en las las izakaya en Japón, es un mix de restaurante y taberna donde acudir para pasar un buen rato y tomar algo después de trabajar: platillos, cócteles, música envolvente y un ambiente desenfadado que recibe al comensal con una cocina y barra non-stop desde mediodía hasta bien pasada la medianoche.
Zhanna Kim es la creadora de Keanu. En este proyecto ha volcado su mitad coreana, rindiendo sutiles homenaje a la Corea de sus ancestros maternos a través de la decoración (un poema de amor escrito en hanja, los sinogramas coreanos) y de la carta (con uno de los kimchi más auténticos que se pueden degustar en Barcelona o con los encurtidos que se sirven como cortesía de la casa al sentarse a la mesa, por ejemplo).
Son estos encurtidos el inicio de nuestro viaje, que continua con un plato muy definitorio de su carta, y por ende, de la cocina coreana: el kimchi. Habitualmente el kimchi no es un entrante, sino un acompañamiento y su enfoque es el de rebajar y refrescar el paladar para compensar platos principales con más grasa, como la carne. Nos hemos saltado el protocolo y hemos atacado con ganas este kimchi fabuloso.
Seguimos con unos impecables nigiris que muestran pureza de sabor y de técnica, con una cocción y aliño de arroz canónica y una materia prima de alta calidad: sean de salmón, atún, hamachi (o pez amarillo), anguila, wagyu o gamba, son un prodigio para el paladar.
Imposible resistirse a hacer una pequeña degustación de sus rolls, visto el nivelazo de los nigiris: california roll con cangrejo real, de anguila flambeada y sami de salmón. Pero el plato más esperado es el tom yum, una de las sopas de pescado y marisco más conocidas de la gastronomía tailandesa. No hemos probado muchas en Barcelona y las expectativas de ésta se superan con creces: caldo contundente pero sedoso, balanceado de especiado y picante y sabroso marisco y pescado en una ración más que generosa.
Ah, los postres… de muchos es sabido que, en cierta tipología de restaurante, es donde la carta cojea. En esta casa, no: optan por apostarlo todo al fondant en dos versiones muy bien logradas, la de matcha con helado de vainilla y la de chocolate con helado de sésamo. Caseros, casi à la minute y esponjosos en su justa medida.
La coctelería es otro de los puntales de la casa y hemos optado por dejarnos recomendar, pues es una oportunidad para comprobar su versatilidad como acompañante líquida de los platos. La carta de cócteles, conformada por 14 referencias, incorpora recetas líquidas con ingredientes o guiños a Asia como el goloso Matcha Sour (vodka con infusión de matcha y eneldo, sirope de chocolate blanco, zumo de limón y clara de huevo) o el Geisha (mezcla de rones con zumo de frutas casero, shichimi tōgarashi y jarabe de canela). Probados y aprobados con nota. Ahora bien, para quien haya empezado a ahondar en el mundo del sake, Keanu propone una selección de 20 referencias (que, según nos cuentan, pronto serán más).
Keanu es una buena opción para picoteo o cena en la zona, hay una buena ambientación musical que no es para nada invasiva (que ocupan sets de DJ los viernes y sábados) y la ubicación es fantástica, en la confluencia de calle París con Enric Granados. Salón amplio, mesas redondas amplias que permiten reuniones de amigos de hasta 8 pax, un ticket medio correcto (de 40€ para arriba) y un horario más que conveniente: de martes a sábados, cocina non stop desde mediodía hasta pasada la medianoche.