¿QUÉ DEFINE A IKOYA?
De una amistad de más de 25 años parte el proyecto. Que López de Viñaspre ha tenido siempre un enfoque abierto y siempre ha pensado que sumar suma (y nunca resta) es patente en la dilatada trayectoria de Grupo Sagardi: Oaxaca cuenta con la complicidad de Joan Begur, y Sagàs y Pork con la de Oriol Rovira. Ahora esta política de unión dirige su mirada al terreno de su nuevo socio, Matsuhisa, y se apoya en franca manera en la tradición de las izakaya.
Al grito de irasshaimase (que en japonés tanto significa ‘bienvenido’ como ‘hola’) empieza el festín. Bullicio y trasiego en la inmensa barra que rodea buena parte de la cocina vista, mientras que sus chefs cortan pescado, emplatan y cocinan con minuciosidad concentrada y milimétrica. Un contraste que a su vez es acogedor. Buena parte de esta sensación se logra por el interiorismo, que nada en su justo punto entre la informalidad del código callejero y la elegancia que uno espera en la propuesta.
¿QUÉ COMER EN IKOYA?
Hay mesas, tanto para prejas como para grupos pero cuando hay una barra para sentarse, no hay duda alguna: éste será nuestro campo base disfrutón. Esta fiesta empieza con un fino sunomomo de verduras encurtidas (alcachofa, nabo, zanahorias baby, col..), ostras rustidas en la robata con salsa dashi soyu y topping de tobiko y tartar de atún bluefin con queso La Peral, un clásico asturiano, y piñones. Un guiño japoasturiano muy elegante.
Seguimos con un clásico del Shunka que aquí luce igual de bien, el kakiage de verduras y gambas, con su salsa dashi soyu con hebras de jengibre (la clásica del Shunka). Continuamos con uno de nuestros platos favoritos: las kokotxas kombu asadas en la robata. Esta maravilla tiene su particular forma de consumo: como si fuera una ostra, se deja deslizar la kokotxa en la boca y después se chupa con fruición la alga para completar el sabor salado. Y regresamos de nuevo al universo Shunka, con el siempre impecable sashimi moriawase de boquerón, calamar, salmón, toro y maguro de atún. La recomendación desde sala es empezar por los pescados blancos y finalizar por los cortes del atún.
Especialmente brillante nos parece el lenguado Bata Shoyu con guisantes pasados por el fuego con mantequilla de soja. Y en esa estela el último plato principal que atacamos, el Wagyu Sukiyaki, un plato japonés con fácil símil en el hotpot chino por presentarse la carne de wagyu cocinada a la robata, acompañada de un caldo con vegetales y setas y una siempre untuosa y agradable yema de huevo. Finalizamos con dos postres signature: la espuma de leche de soja, caqui asado en la robata y mango, y el choco cake con toffee, helado de leche de oveja, nueces de macadamia y whisky japonés.
Como no podía ser de otra forma, la parte líquida pone el foco en su amplísima y variada selección de sake, con 45 referencias en carta. Después de los postres hemos probado Kid, un Junmai Daiginjo de puro arroz elaborado por la bodega Heiwa Shuzo, en la prefectura Wakayama. Un sake elaborado con arroz yamada-nishiki de perfil afrutado, aromático y elegante indicado para quienes, como nosotros, no conocemos mucho sobre el sake pero deseamos empezar a conocer.
Ikoya es, en definitiva, una experiencia sabrosa que nos ofrece el mejor producto de nuestros mercados tamizado por la minuciosa técnica japonesa y la llama (siempre imprevisible) de la robata. Un mix entre control y desenfreno que funciona y te atrapa. Acércate a vivir tu experiencia delante del Mercat de Santa Caterina, en Avinguda Francesc Cambó 35. Abierto todos los días, se establece el turno de comida de 13 a 16h y el de cena de 20 a 24h.