Hay una cierta esencia sexy flotando en Galán cuando traspasas sus puertas: desde el local, decorado con elegancia y reminiscencias a los locales sesenteros donde ocurrían escenas románticas y primeras citas, a sus baños (al menos, en el de mujeres), un templo erótico a esos galanes guapetones e inolvidables que aún son símbolo de belleza y erotismo como Steve McQueen o Paul Newman. Continúa en la carta, con platillos que se han creado para compartir (imagínate cortando con el tenedor un pedacito de una jugosa tortilla de patatas y dándola a probar a tu acompañante, dirigiendo tal manjar a su boca) y que son toda una oda al sabor más sugerente, potente y delicioso. Y no, no finaliza en la belleza de su personal, que la hay: se redondea en una carta de vinos bien trabajada y pensada, el contrapunto líquido a una puesta en escena donde todo confluye para que tengas una gran experiencia.
En otras palabras: ¡qué bien nos lo pasamos en Galán! Este proyecto tiene a Alejandro Pérez-Albert en sala y a Borja Malet, Albert Botet y Christian Gallardo en segundo plano y se nota que Galán se gestó con mucha ilusión. Después de la pandemia, dejé el sector de la banca, explica Alejandro, y mi ilusión era llevar la sala de un restaurante para hacer gozar al comensal tanto como he gozado yo comiendo en mis restaurantes preferidos. Toda una declaración de intenciones que, desde luego, conecta con el principal impulso de una clientela disfrutona: gozar comiendo y bebiendo. Hedonismo gastronómico inteligente, con una carta llena de hits reconocibles y siempre apetecibles para picotear o pegarse un buen homenaje.
Para muestra, un botón: empezamos por una clásica gilda, bien hecha y seguimos con unos puerros asado al Josper al estilo Galán (el hit de la casa, explica Alejandro: casi se pide en cada mesa) bien de demi glace y crujientes de frutos secos y una refrescante granada. Imposible resistirse a una tortilla à la minute, de patata y cebolla, bien jugosa y sedosa, con pinceladas de trufa para potenciar el sabor y que la fiesta umami no decaiga. Auténtica maravilla.
El plato fuerte, el solomillo Rossini sin dudar. Esta joya de la cocina clásica francesa (que cuenta la leyenda que la creó Escoffier para agradar al paladar del compositor Rossini), siempre que se encuentre en una carta, no se puede dejar pasar: carne al punto, salteada con mantequilla, cubierta por una rodaja de foie levemente marcado y dispuesto encima de una tostada de pan tostado para finalizar con un poco de trufa y una suculenta demi glace. Y el final, siempre dulce, de chocolate: una tarta de chocolate de punto fundente muy suculenta, con su puntito de sal.
No son pocas las veces que nos apetece salir a comer o a cenar en busca de pasarlo bien, sin floripondios ni complicaciones, anticipando suculencia al paladar. Galán cumple a la perfección este deseo, con elegancia en todos los sentidos. Que no es poco. Y no solo tiene a favor que tiene una carta bien estructurado con platos que te harán salivar: abre cada día para comidas (13 a 17h) y cenas (19 a 23h, excepto viernes, sábados y domingos, que se alarga hasta las 2:30 de la madrugada para albergar disfrutones trasnochadores, copita en mano). Y un precio más que conveniente: entre 40 y 45€ por barba. Galán lo tiene todo para seducirte al primer bocado o, como dicen ellos, un galán te conquista por el estómago. Amén.
