Bar Lombo lleva exactamente 5 días abierto, explica Eugeni de Diego, y ya estamos llenando turnos de comida y cena. Es una hazaña, no lo negaremos. Este cocinero que disfruta siendo emprendedor y creador de conceptos gastronómicos (recuerda Tamae o Colmado Wilmot) tiene instinto: la ubicación y que ésta esté receptiva a la propuesta gastronómica y al rollo es un factor importante pero hay un tercer factor que no tiene nombre. Bueno, quizás es el de “estar en el momento adecuado con el proyecto adecuado”. Barcelona adora la buena cocina italiana y hay bastantes referentes en la zona pero Lombo puede aportar frescura y personalidad. Sea como fuere, Bar Lombo convence y De Diego y su equipo, por descontado, saben qué se tienen entre manos.
Un local inundado de luz que descansa sobre los manteles de lino de sus mesas, en una amplia sala que es cómoda y diáfana. De su cocina salen platos que rezuman italianidad, un recetario reconocible como la pasta al pesto o ragú de osobuco y por descontado, el producto es de origen y la pasta se elabora a diario en esa misma cocina. Sencillez en su máxima expresión, buscando mostrarse como una trattoria evolucionada donde además de pasta, hay carnes (¡bendito vitello tonnato) y una focaccia adictiva.
Y es que Bar Lombo, además de tener sonoridad, refiere a la palabra italiana lombo, o lo que es lo mismo, lomo en castellano. Concretamente al lomo del animal, sea carne o pescado, así que esa noble zona tiene su presencia en carta, en múltiples elaboraciones. Su propuesta se ancla en una carta corta, pensada para que sea todoterreno, más que para obedecer al terreno de la estacionalidad.
Empezamos con una solvente ensalada de burrata con higos y endivias, un espectacular vitello tonnato donde este clásico del Piemonte se luce con un equilibrado balance entre el sabor de la carne y lo que marcan en la salsa las alcaparras y las anchoas. Nos lanzamos a una ventresca de atún con vinagreta de limón muy suave.
Especial ansias teníamos por dar la bienvenida a este trío: los gnocchi con mantequilla y salvia, los trofie al pesto y los pappardelle con ragú de osobuco. Mamma mia! Si algo tienen en común es la sedosidad, la elegancia y una cocción precisa que respeta el crujiente que debe tener una pasta artesanal. Tres platos muy recomendables.
Y ya que hablábamos de lomo, la milanesa que llega acompañada de patatas fritas caseras no decepcionará. El vacuno extremadamente fino y de rebozado crujiente. Los guiños en el postre, eran de esperar: tiramisú y una cremosa tarta de chocolate para cerrar con buena nota esta fiesta.
Encuentras Bar Lombo en Sant Gervasi, en la Plaça Moliné número 1. Su ticket medio aún es joven porque hay poco rodaje pero cuenta con invertir unos 45€ en pasártelo bien. Su horario es de miércoles a domingo, para el servicio de comidas de 13 a 16h y para el de cenas, de 20 a 23h.