Windsor, exquisita tradición

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Comer en Barcelona resulta emocionante. La enorme y variada oferta gastronómica es evidente, como evidente es el cambio de rumbo que la ciudad ha experimentado en los últimos años. La cocina creativa y de vanguardia se ha impuesto sobre todas…

Comer en Barcelona resulta emocionante. La enorme y variada oferta gastronómica es evidente, como evidente es el cambio de rumbo que la ciudad ha experimentado en los últimos años. La cocina creativa y de vanguardia se ha impuesto sobre todas las demás y ha suscitado tanto interés por parte del público, como de los chefs. Y esto es muy bueno, excepto por el hecho de que los restaurantes de cocina catalana son cada vez menos. Y perderlos supone perder un patrimonio cultural que debería ser de gran valor para aquellos que se consideran amantes de la buena cocina.

Por suerte, aún quedan sitios que siguen perpetuando la tradición en sus fogones. Y, sin duda, Windsor está a la cabeza de todos estos grandes restaurantes. Aprovechando la temporada de guisantes, fuimos a inaugurar su nuevo menú homenaje a este pequeño gran producto: el pèsol garrofal.

Se nos propuso un recorrido a través de siete platos donde el guisante era el hilo conductor. Un menú muy sincero que buscaba respetar al máximo el producto y no esconderlo en sabores más predominantes. Todo ello acompañado de buenos vinos, escogidos uno a uno.

cocina catalana

Arrancamos con un Tartar de guisantes y mango con cangrejo real. Una elaboración cítrica, equilibrada y un punto crujiente, pues los guisantes estaban al dente. Para este primer plato, el sumiller descorchó un Xarel·lo Vermell de Caves Nadal, en el Penedès. Un vino elegante y fino.

Seguimos con uno de los bocados que más recordamos, el Erizo de mar fresco con guisantes y trufa negra. El mar y la montaña, como nunca. Potencia y textura de un plato que volveríamos a comer tantas veces como fuera posible. Para acompañar a esta delicia se escogió una Pansa Blanca de Alella, un vino salino. En este caso un Vora La Mar de Alta Alella.

guisantes con erizo

Hasta aquí, todo era genial y, por suerte, así siguió. El maître anunció que llegaban los “Callos” de mar guisados con guisantes, alcachofas y butifarra negra. Ligeros y sofisticados, encontraron un amigo en el gran Clos Lentiscus Perill Blanc de 2017, unos de esos vinos de referencia del Penedès, 100% xarel·lo, que destaca por su crianza en hormigón y la filosofía que hay detrás: la búsqueda de la viña.

callos de mar

pansa blanca vino
arroz cremoso

Con el paladar en el cielo y tonteando con el sabroso pan que se sirve en el Windsor, vimos llegar un Arroz cremoso de guisantes y cabeza de gamba. Meloso y resultón, fue otro de los platos fuertes de la jornada. Para beber se sirvió un vino tinto, el Casa Vella d’Espiells 2010 de la bodega Juvé & Camps.

Seguidamente pasamos al último plato antes de los dulces, la Sobrecostilla de buey Angus cocinada 22 horas a 70º, con guisantes. Un trozo de carne que asentó el, hasta ahora, delicioso festín.

ravioli postre
vino tinto

Recta final con dos creaciones donde el guisante siguió muy presente. Primero la Menestra dulce de guisantes con frutas y flores que hizo la perfecta transición de los sabores predominantes de la carne hacia el mundo de la repostería. Para este momento, el sumiller eligió el exquisito Dolç Mataró 2016 de Alta Alella, un vino tinto dulce que junto con el Perill Blanc, ocupan el podio en nuestra memoria.

vino dulce
postre

Describir lo que el Ravioli de pan fino, con aceite, sal, guisantes deshidratados y chocolate es simplemente imposible. Crujiente, sabroso, untuoso, delicado pero persistente… La foto habla por sí sola.

Llegados a este punto y con el café delante, los chefs David Rodríguez y Carlos Alconchel, al frente de la cocina, se acercaron a saludar y explicar el por qué de este menú: “nos parecía interesante poner en valor un producto tan excelso y poco presente en las cocinas de Barcelona”.

chefs

Como decíamos al principio, comer en esta ciudad resulta emocionante y más sabiendo que, de vez en cuando, podemos huir de toda fusión y tendencia foránea y refugiarnos en la buena cocina catalana de siempre.

¡Que las buenas tradiciones sigan siendo igual de exquisitas!

 

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