La gastronomía en los hoteles tiene un cierto punto de confort y así debe ser. Punto de encuentro de comensales locales cerrando negocios, celebrando o simplemente, disfrutando es también una ubicación de confianza para el comensal alojado en el hotel o del visitante que sabe que, en un hotel de la categoría del hotel Sofia, se comerá muy bien.
Sea como fuere, Impar cumple este requisito a rajatabla, con una exquisita elegancia que se destila por cada poro de su personalidad: atención cuidada, interiorismo cómodo y refinado que alterna entre las mesas en la sala y los pequeños reservados para hasta 4 comensales y una cocina infalible. De esos fogones salen platos que ya podemos considerar clásicos, porque apetecen a múltiples nacionalidades, como el steak tartar pero también ofrecen un buen catálogo de la gastronomía que nos define como cultura y país. Fritos, embutidos y quesos curados, aperitivos de vermut y cómo no, suculentas croquetas, bravas, huevos estrellados con jamón o una maravilla de tortilla de patata à la minute. Y todo ello bajo una clara premisa: el producto de calidad y en su temporada.
Su barra de curados ofrece maravillas del vermuteo o el picoteo como los embutidos o los quesos curados, que se pueden acompañar de hasta 8 vermuts locales e internacionales. Eso es empezar con buen pie. A nosotros nos llama siempre sin remedio una buena anchoa del cantábrico siempre que esté en carta. Acompañado de su coca de cristal con tomate, crujiente y con su puntito de sal. A esta fiesta se tenía que sumar unos chipirones a la andaluza en su tinta, delicados y sabrosos.
Los 80gr de jamón ibérico de bellota Arturo Sánchez cortados a mano siguen a continuación para ensalzar este homenaje al gran producto curado que podemos disfrutar, así como las croquetas de cecina, una alternativa agradable a la croqueta de jamón. El steak tartar, preparado al gusto, otro plato impecable que atacamos con fruición.
Dos de sus platos estrella son la paella Barcelona, el único arroz en la carta (que merecería destacado aparte) y el rodaballo a la donostiarra, otro clásico que eleva el buen producto de lonja. Del primero, del arroz, nos fascina la textura y el intenso sabor y del segundo, la impecable cocción. Fiabilidad, ¿Qué más se puede pedir?
Y como no hay comida que se considere bien acabada sin un buen postre, la opción de la mousse ligera de chocolate 70% con haba tonka y fruta es la elegida. De las 8 opciones ofrecidas de postres caseros (y de todos es sabido que los postres de hotel son siempre excepcionales) también nos llama la atención el arroz con leche de coco, mango y lima pero lo dejaremos para otra ocasión.
A la interesante carta de aperitivos se suma una selección de referencias de vinos blancos, tintos, rosados, espumosos y dulces que son radiografía nuestra cultura vitivinícola. Algunas referencias son clásicos pero también se da cabida a proyectos de pequeñas bodegas que apuestan por monovarietales o coupages más arriesgados. En cualquier caso, hay donde escoger y disfrutar.
Más ventajas de la gastronomía en hoteles: sus horarios. Accesibles, de amplia disposición y con horarios de apertura a diario que siempre nos salvan de un apuro. Aquí la fiesta empieza al mediodía hasta las 17:30h y se retoma a las 19h, hasta medianoche. El ticket medio es de unos 50€ aunque, como siempre, todo ello depende del ánimo disfrutón y del fandango que tengas en el bolsillo. Nuestro consejo es que si te acercas a Impar, dejes fluir tu ánimo y tu tiempo: merecerá la pena.