“Extremo, sensual, tenebroso, atractivo, sexy, libidinoso, dulce, caliente, picante, penetrante”
Así describimos las fotos foodies que publicamos en nuestras redes sociales, porque el hecho de ver un plato tiene que evocar un irresistible deseo de probarlo.
Esta es la tendencia food porn desde que la comida se ha transformado en la protagonista más fotografiada. Sí, porque el food porn es puro voyeurismo gastronómico. La comida no es algo que comemos sólo con nuestra boca, sino que la devoramos también con nuestros ojos. Por ello, una instantánea se convierte a menudo en expresión de gozo y satisfacción de quien inmortaliza un plato bonito, tanto que en algunos casos se trata de disparos casi compulsivos que provocan la ira de algunos restauradores cansados de la guerra de objetivos.
Por ejemplo, en el restaurante “Bite” de Dublín se lee “No Instagramming. Just Eat” y seguramente vista la dinámica, a éste le seguirán más carteles del estilo alrededor del mundo.
Sin embargo, este término hiper utilizado fue acuñado por primera vez en el 1984 por la escritora feminista, Rosalind Coward, en su libro “Female Desire-Women’s. Sexuality today”, donde declara que la representación libidinosa de los platos tiene un fin meramente comercial: “que se nos haga la boca agua” y estimular el deseo de comer, comparable a aquello sexual.
Si ya Coward hablaba de este tema en los años ochenta, hoy se puede decir que el food porn es una verdadera tendencia, hija de los instrumentos digitales que han permitido su explosión en el 2.0. De hecho, buscando en este mismo momento el hashtag #foodporn en Instagram se obtienen más de 45 millones de resultados. ¡Oh my porn!
Sin embargo, según un estudio de la Brigham Young University, los voyeures de fotos de comida son los que tienen una sensación de saciedad y que consiguen respetar su dieta gracias simplemente a la visión obsesiva de comida. Esta teoría no funciona conmigo y creo tampoco con la mayoría de los 45 millones que han utilizado el hashtag #foodporn en sus redes.
Tarta Red Velvet en su máximo esplendor, fálicas croquetas de jamón, jugosa lasaña recién sacada del horno…todos provocan hambre voraz en muchos sentidos. ¿A vosotros no?
Stefania Talento, co-fundadora In and Out Barcelona