La garoinada ya está aquí. Es tiempo de erizos de mar, garoines, urissos, garotas… La temporada ha comenzado y sólo hasta el 31 de marzo podremos disfrutar de esta delicia tan singular y característica de la Costa Brava. Sol, tramuntana y erizos en todo su esplendor. Tentador, ¿verdad? Ahora es el mejor momento para disfrutar esta delicatessen del mar y sentir como todo su yodado sabor empapa tus papilas gustativas. Un fruto de mar que te llevará directamente al séptimo cielo.
Cuando hay producto hay poco que hacer, así que: del mar a la mesa y de la mesa al paladar. Las garoines son uno de los productos más singulares y particulares del mediterráneo y, al ser estacionales, uno de los más queridos. Su mejor época es de enero a marzo porque es cuando se encuentran más llenos y cuando el mar está más tranquilo para pescarlos. Los pescadores lo deciden así, también, para que tengan tiempo de volver a crecer hasta el año que viene. De hecho, este animalejo no es del todo abundante y su captura está muy controlada.
En el marco de esta campaña gastronómica, restaurantes de Calella de Palafrugell y Llafranc ofrecen su propio menú enfocado a celebrar la temporada del erizo. Las propuestas van desde platos más tradicionales a más vanguardistas y permiten también conocer otras recetas y productos típicos de la cocina local. Algunos hoteles también ofrecen fórmulas especiales para que puedas quedarte a dormir y disfrutar de este paraje tan atrayente también en invierno.
La práctica de comer erizos lleva existiendo desde hace muchos años pero la ruta de la garoinada comenzó en 1992 con la intención de extender y popularizar este manjar marino. De toda la vida, los pescadores y habitantes de estos pueblos se reunían para coger los erizos de las rocas y comerlos allí mismo con pan, butifarra negra y vino. Salvador Dalí, como buen amante de la costa brava, era un apasionado de las garotas e incluso están presentes en alguna obra.
Todo amante de la costa brava debería darse este gusto para el paladar por lo menos una vez en la vida (y apuesto que no podría hacerlo sólo una vez). En mi caso, me decanté por El Didal de Calella de Palafrugell, en la platja de Port Bo. Si vas allí, verás cómo un auténtico marinero te las prepara al momento para que te las puedas comer en el mismo restaurante.
No tiene mucho secreto… Los sirven partidos por la mitad para que simplemente tengas que extraer la parte roja del crustáceo con una cuchara para poder comerla. El erizo tiene poca “carne” ya que lo que se come en realidad son sus propios órganos sexuales. Afrodisíacos o no, cuando esta delicatessen se funde en la lengua, su sabor amaina hasta a las fieras y colma al cuerpo de un regodeo placentero hasta el orgasmo gastronómico. Todo un clímax de pura esencia marina.
Otras curiosidades de este extraño ser es que las hembras están más buenas que los machos y que desde fuera cuesta diferenciar cual es su sexo. Ellas suelen ser más oscuras tirando a colores violáceos mientras que ellos tienden a tonos más amarronados.
Los erizos son uno de los grandes placeres que nos regala la naturaleza y su temporada es un plan que se impone “por disfrute” año tras año. La garoinada es la excusa perfecta para escapar de la rutina y disfrutar de esta exquisitez en su época agilda cuando estos pueblos están más deshabitados y relajados. Si coges un buen día de sol, recordarás la garoinada para siempre y no querrás perderte ni una más… De hecho, hay una conclusión que saco clara: no hay nada que una buena garoinada no pueda arreglar.
