Café San Telmo, el restaurante del córner más bullicioso de Barcelona (Buenos Aires con Diagonal) se viste de su mejor versión para ofrecer a los vecinos de la zona alta un restaurante basado en la solvencia de sus elaboraciones y en la proximidad con el comensal.
Es cruzar la puerta del restaurante y darse cuenta de que Café San Telmo puede ser muchas cosas. Es un desayuno antes de ir a la oficina, un brunch los domingos, unas copas con amigos, una comida rápida y hasta una con sobremesa. Es todo lo que uno quiera que sea, pero ante todo, es Isidro Marqués en su particular tributo al barrio porteño de San Telmo, famoso por sus locales en los que se puede comer y beber durante todo el día y sin interrupciones. En esta sintonía, el Café San Telmo, bajo una atmósfera festiva y desenfadada, se ha consolidado como la panacea del grupo siendo un lugar donde cada ocasión tiene cabida entre sus paredes.
Unas paredes que, aunque no se caracterizan por su magnitud, recogen el restaurante en un espacio dividido por una barra que separa el lugar en dos partes: dónde se elabora la magia y dónde se disfruta comiéndola. Menos de diez mesas distribuidas en un local donde la Barcelona que cabalga entre el barrio de Sant Gervasi y l’Eixample se desarrolla ante los ojos de los comensales a través de sus ventanales. Un orden dentro del caos que pasa al siguiente nivel al desarrollarse en su terraza: acogedora, cuidada y perfecta para quienes quieran disfrutar en primera línea de la versión más apasionada y cosmopolita de la Ciudad Condal.
Y sí, la nueva realidad del Café San Telmo no solo conforma el presente del restaurante, sino que augura un largo futuro y además recuerda lo que en el pasado fue la segunda semilla en florecer después de que el Tantarantana, fundado en 2001, diese el pistoletazo de salida a una de trayectorias gastronómicas más exitosas que alberga nuestra ciudad.
Siguiendo la herencia argentina del restaurante, más allá de su flexibilidad para atender al comensal, no podemos obviar las referencias de su carta: en Café San Telmo aquellas recetas propias del acervo popular se salen de lo establecido para sorprender a cada comensal en forma de tapas, platillos, ensaladas y manjares para los que ensuciarse las manos es conditio sine qua non. Para la renovada versión de este icónico lugar, Inma Romero y Diego Castillo se sitúan en la vanguardia del restaurante para mantener su esencia mediterránea con elaboraciones simples, honestas y dejando que la proximidad y la minuciosa selección de sus productos hable por sí sola.
¿Qué pedimos en Café San Telmo?
Sabiendo que estábamos en buenas manos, reconocemos que fue muy fácil cerrar las cartas y dejarnos asesorar por el equipo de Café San Telmo (spoiler: fue todo un éxito). Empezamos el festín con una calabaza asada sobre una fresquísima straciatella con pipas garrapiñadas y aceite de limón. Uno de esos platos comodín a los que siempre se recurre porque nunca falla: Ligero, muy sabroso y con un juego de texturas que hacen de un entrante, uno principal.
Poco tardamos en pasarnos a las carnes y lo hicimos con el papelón de presa ibérica, un guiño a los orígenes andaluces de Inma. Con este plato, la chef del San Telmo recuerda de sus tierras la tendencia carnicera de envolver la carne en un trozo de papel y así entregarlo a los clientes, de ahí que este plato reciba el nombre de Papelón. Que, por cierto, no fue lo único en sorprendernos, pues su sabor prácticamente eclipsó la historia que había detrás con lo mejor del mediterráneo, por la pieza de carne, junto con el aliño de cítricos digno de la auténtica gastronomía de Latinoamérica. Seguimos con las recomendaciones del restaurante con un gran plato: albóndigas de pescado y curry verde, otro plato fusión que consiguió noquear nuestros paladares con la osadía de juntar pescado con curry (aunque es un curry muy típico en las islas del sur de la India) y además hacerlo con un gusto exquisito.
Y llegó el momento de arremangarnos y disfrutar de un momento que estaba más cerca del foodporn que del protocolo más estricto. No quisimos ponernos originales y nos decantamos por dos de aquellos tacos de los que sabes que si disfrutas con ellos, disfrutarás con todos. Empezamos con el más chingón de todos, un taco de cochinita pibil, directo de Distrito Federal a Buenos Aires 60: sucio y sabroso, como a nosotros nos gusta y como tiene que ser. Sin duda, la traducción gastronómica de gritar “Viva México cabrones” a pleno pulmón. También probamos el taco crujiente de tartar de atún, una oda al mediterráneo resumida en un par de bocados de un plato con producto excelente y sabor como pocos.
Por último, para el postre nos decantamos por dos pasteles que no entienden de fronteras y que son bienvenidos allá donde van: Tarta de chocolate y Carrot cake. Más allá de la ilusión con la que los recibimos nosotros, estos emblemas de la repostería nos conquistaron como si fuese la primera vez que los probamos. Y eso, estaréis de acuerdo en que no es nada fácil.
Su ticket medio es de 25 € y su horario es de lunes a miércoles de 08:30 a 00:00, jueves y viernes de 08:30 hasta las 02:00, sábados de 9:30 a 02:00 y domingos de 09:30 a 00:00. Café San Telmo ha vuelto para quedarse y ya es hora de que se sepa. ¡A disfrutar!