Al entrar en el restaurante, de formato alargado, con la amplia cocina al fondo, semi abierta al comensal (sobre todo si se sienta en la barra) es imposible no fijarse en un letrero: Café Bar Noe Restaurant. Sobre cristal esmerilado, se ve una ilustración que refiere a la historia bíblica de la barca de Noé y las tipografías, diversas, se realizaron también a mano. Este letrero histórico lo rescataron Björn y Mireia del Clot, como amuleto para su Bar Noe, cogiendo la energía que en ese bar Enric Pla y Gertrudis Molins, los abuelos de Mireia, vertieron durante décadas.
Y parece una alegoría, porque esta pareja, además de rescatar ese proyecto en su nombre, incluye en esa barca de Noé otras tantas décadas de experiencia. La de Björn, que aunque su herencia alemana con influencias escandinavas fué el inicio de su carrera, trabajó en múltiples países y continentes, siempre en fogones de alta cocina. En esa barca, decimos, Björn rescata, aúna y mezcla todo ese background para ofrecer platillos de factura sencilla pero complejidad en sabores, altamente personal.
El punto de partida para ellos es el producto. Un producto accesible y que fascina abiertamente a Björn, que puede hablar con el productor cuando precisa para informarse y conocer en profundidad lo mejor que la tierra local ofrece. Comenta Björn, entre risas, que no le produce satisfacción recibir felicitaciones por un plato cuyos ingredientes no ha trabajado desde cero, ofreciendo diversión en una gastronomía a precio muy ajustado. El Bar Noe ha sido un proyecto de oportunidades: para Björn, de reunirse con Mireia pero también para volver a enamorarse de la cocina, preparando, sirviendo el plato en la mesa y observando cómo disfruta el comensal, en esta relación directa e íntima que se establece entre el que da de comer y el que come.
La corta carta hace fluir las creaciones de Björn en tres apartados: los snacks, los platillos y los medium, aunque su generoso racionado podría ser perfectamente un principal. Los entrantes permiten eso, entrar al comensal en ese universo por la puerta grande con versiones de las bravas con pepino encurtido y sriracha, el pescado ahumado con chips o los shimeji con mostaza, sin olvidar un buen pan de masa madre tostado con el aceite y el tomate triturado aparte, para que el comensal se lo disfrute a su gusto.
El cerdo crujiente con escarola y mayonesa de wasabi se presenta como un katsu sando, o como un bikini bien relleno de una terrino elaborada con las partes más gelatinosas del cerdo, servido con escarola aliñada con una vinagreta de fresa para aligerar la boca de la grasa. La berenjena se acompaña de tendones de ternera y un sutil ajonegro. Elegantemente sabroso es también el calamar con patata y chili.
El gran hit, el plato que nos sorprendió y enamoró a partes iguales es el cavatelli con marisco y el refrescante verde de mostaza. Un plato de factura curry de especiado delicado pero potente y sabor equilibrado, presentando matices a cada cucharada. Las gambas con espinacas y kimchi nos costó algo más de entender por la preeminencia del amargo de las espinacas. Aunque no siempre lo tiene en carta, pregunta a Mireia si Björn ha hecho el cheesecake de raspberry, una fantasía semi fría con forma de nave de Star Wars y pídelo sin reserva: no imaginamos mejor colofón final.
Algo tan increíble como la cocina de Björn es el precio de su ticket medio: 35€/pax. O que los mediodías estén abiertos con una carta exclusiva de bocadillos open bread con sabores e ingredientes mutantes, por 12€. Sea como fuere, Bar Noe es el nuevo secreto a voces de Barcelona por, precisamente, encarnar una de las voces más personales y arriesgadas que hemos conocido últimamente.