El Colmado Múrria pertenece al patrimonio cultural de Barcelona desde que se abrió, en 1898. Debes haber pasado infinidad de veces por delante de su escaparate, mimado y decorado por el mismo Joan Múrria, maravillándote por su fachada y por los productos que lucen tras es cristal. Por favor, entra, pues hay muchos motivos para hacerlo, empezando por el más básico, que es proveer tu despensa de una selección de embutidos y quesos, laterío de la más alta calidad o galletas (entre muchos otros productos) y continuando por el que nos ha robado el corazón. Y es el nuevo corazón que late tras esta fachada centenaria: el de la buena gastronomía.
La firma Jordi Vilà, un chef que más allá del bling bling de ostentar una estrella Michelin en Alkimia es un cocinero que siempre ha promulgado la religión del buen producto, de su temporada, de la tradición revisada sin olvidar la creatividad. Un tanto outsider en cuanto a mediático pero muy presente en Barcelona y con una clientela fiel que hasta ahora solo podía disfrutar de su discurso gastronómico en el Alkimia o en Alkostat. Tras las puertas del Colmado Múrria, Jordi Vila realiza un divertido ejercicio que es ya un clásico en muchas tiendas de comestibles gourmet en París: ofrecer sabrosos bocados con el producto allí a la venta.
Se llama Murri, y tras una preciosa barra de mármol se sirven platillos a los escasos comensales que allí pueden juntarse por la capacidad de la tienda. Un totum revolutum que respira trasiego, alegría y confort, con un siempre atento Joan Múrria. Se podría pensar que el murri es el, con una mirada jovial que a veces se enmascara tras su poblado bigote pero lo cierto es que Múrria ha sido hasta ahora la pieza angular del Colmado. Y lo lleva siendo desde que en 1969 recogió el testigo de su padre Josep y éste, a su vez, del anterior propietario, en 1943. Con el eco de la guerra civil aún resonando, el joven Josep Múrria coge las riendas del Colmado La Purísima tras separarse de su socio Julián Quílez. Pronto se ganó una clientela fiel por ofrecer productos importados, siendo los pioneros de la llegada de la exótica piña en almíbar de Hawai o los pistachos.
Joan Múrria puso su importante granito de arena, incorporando en los años 80 una selección impresionante de quesos del Pirineo, una labor de redescubrimiento del saber hacer artesanal de muchos queseros de esa zona que Múrria fue conociendo mochila en mano. Lucen desde entonces en su vitrina de producto fresco y es precisamente todo este producto que Múrria selecciona con tanto mimo uno de los protagonistas de la cocina que interpreta Vilà. De altísima calidad y siempre bajo el paraguas de la temporada y la tradición, Vilà ofrece desde el Murri una selección de platillos deliciosos que se podrán acompañar por los vinos a la venta en el Colmado.
Nos sentamos en un reservado, afortunados comensales en un espacio para máximo 8 comensales que pronto ofrecerá un menú degustación muy elaborado y firmado por Vilà, bajo el nombre de Reservat 1898 y un ticket medio que rondará los 65€. Está en fase de desarrollo así que, de mientras, si sois un grupo que no exceda de 8, reserva ese espacio para que Murri haga de las suyas con vuestro apetito.
Empezamos con una burrata con caponata, seguimos con una deliciosa croqueta rota (con base de bechamel, farsa de canelón de pollo, brioche seco triturado y jugo de rustido con un toque de Módena) y continuamos con unos suculentos macarrones de rustido.
Maravilla ante el sabor de la tortilla de pan con tomate (tal cual lees), coronada por jamón ibérico Joselito. Seguimos devorando con fruición el bacalao con sanfaina, que se deshace en nuestra boca.
Los postres, sencillos y apetitosos como nunca: pan con chocolate y aceite, un lingote de ganache de chocolate con pedacitos de pan y buen aceite, seguido de la selección de quesos y que vaya por delante nuestra confesión: cuando detectamos l’Etivaz, se nos ponen los ojos en blanco de placer, sensación que refrendan las otras dos opciones del país, Garrotxa y Pallars.
Siento compromiso con la ciudad, de mantener un proyecto histórico vivo que se reinventa para la ciudad actual, explica Múrria. Y al final, la definición de reinvención se queda grande porque el servicio que siempre ha caracterizado al Colmado Múrria, con su excelente selección de productos, explica la elección por parte de Múrria, su socio Enric Pérez-Mas (CEO de la operadora de telefonía Parlem y vecino del Múrria desde hace años) y Vilà de una propuesta gastronómica comprometida con el perfil del gourmet tradicional.
Acércate al Múrria, traspasa su puerta, disfruta de algunos platillos con una buena copa de vino y sal feliz, con algún producto de la tienda que te emocione cocinar o regalar. Pequeñas grandes experiencias que Barcelona no puede perder. Y todo ello, por una horquilla de ticket medio entre 35 y 55€ por persona. El horario te parecerá curioso: de martes a sábado, de 10 a 14 y de 16 hasta las 20h el Colmado es una tienda, y de 14 a 16h y de 20 a 22:30h, para comer.