Droga propiamente no te ofrecemos, pero este SOMA de Eixample proporciona felicidad de la buena con una cocina de epicentro italiano nada mainstream. ¿Te vienes a por tu chute disfrutón?
Este proyecto está liderado por tres socios que a su vez son amigos: Daniele Giuletti en cocina, Javier Marqués en sala y Adrià Romi. Y se basa en una cocina de tradición que nada entre Italia y lo que nos une con el Mediterráneo como nexo de coherencia. Siendo su país natal y donde ha desarrollado toda su carrera, no es de extrañar que el risotto alla milanesa sea uno de los platos estrella de Giuletti. ¿Cómo conecta el background con la esencia de SOMA? Para muestra, un botón: se transforma en un socarrat.
El producto es la base, explica Daniele, y la calidad está en el producto, no en sus cortes. La gracia radica en dar visibilidad a cortes menos nobles o pescado menos conocido: la caballa puede ser una maravilla si la mimamos como si fuera una gamba de Palamós o un rodaballo salvaje, concluye Daniele.
Aunque en Barcelona ya estamos muy acostumbrados al concepto de platillos para compartir, Daniele nos cuenta que en Italia no se estila nada. Y menos en las salas de los restaurantes gastronómicos y con estrella en los que él ha trabajado (Il Luogo di Aimo e Nadia, Zur Rose, Bur, Sikelaia o Voce), Así, SOMA es su primer proyecto personal y le apasiona el reto de proveer de platos de excelencia sin contar con una equipación de alta cocina.
Pues vamos al lío: llega a la mesa un carpaccio de gambas con salsa de almendras muy fino, sin grandes contrastes de sabor y sólo en su textura. Bien. Los calamares de Daniele y la caballa marinada con salmón y mayonesa de hierbas son dos de los platos preferidos del chef. El primero destaca por los matices cítricos del calamar, servidos encima de una crujiente polenta siciliana de garbanzo frito llamada panella y el segundo ofrece una filigrana de puntos de salsa muy interesantes para redondear la caballa marinada. Bien.
Las galetas de socarrat de risotto son un buen guiño que demuestra lo viva y curiosa que será la cocina del SOMA. Transforma el riso al salto, una receta de aprovechamiento milanesa muy típica que aprovecha el risotto sobrante en el socarrat con el crujiente que tanto gusta. Regresamos a algo más reconocible, como los rigatonis rellenos de ragú (hoy eran calamarata, aún mejor) y para el postre nos decantamos por un clásico, un buen coulant con helado de avellana.
No encontrarás fuera de carta pero te contamos un medio secreto: Daniele siempre está haciendo pruebas así que cuando vayas, pregunta, con suerte te aparece una novedad en la mesa para que la testees en primicia. Si no se da el caso, la carta es corta pero dinámica, sobre todo ahora que SOMA está arrancando y dando a conocer platos para acabar de definir su personalidad como restaurante. Disfrutarás.
Y de ello buena culpa tiene su sala y el buen hacer de Javier que brinda calor y hospitalidad a raudales, como buen anfitrión. La sonrisa se te dibuja en nada, y más cuando acierta con su recomendación de vinos. La carta empezó con sólo 15 referencias y ya ha sobrepasado las 40, con elecciones muy interesantes de blancos, tintos, rosados, orange y algún espumoso.
El ticket medio es más que correcto, sobre los 30€ por cabeza. Si regresamos al inicio, y al guiño a la droga de la felicidad de Huxley, está a tu disposición en la calle Provença 179. Y el dealing, muy a tu alcance: de martes a viernes de 13 a 1:30h. Sábado y domingo tienen el mismo horario pero abriendo una hora antes y domingo y lunes, cerrado. Una última sugerencia: no vayas sin reserva, ya es complicado encontrar mesita sin ella, sea en su pequeño salón interior o terraza, sea comida o cena.