La palabra crema tiene múltiples significados. Que si es sinónimo de diéresis, que si es un preparado para la piel, que si un color. Dejando estas acepciones, luego está la crema de esa expresión que trasciende de los diccionarios y anda por las calles para describir aquello que es delicioso, sublime o, ya que va de palabras, una más actual: top. En fin, todo este rollo para comenzar el relato de mi experiencia en Sants Es Crema, el restaurante de Sants en el que te sientes como en casa. No sé si por el calor de la brasa o al saber hacer de Jordi Bernús, chef y copropietario del mismo.
En lugar de empezar por el principio, voy a comenzar por el final. La cuenta viene en un casete de música que, perdón, pero, como millenial, es un detalle original que me recuerda a mi más tierna infancia. En mi caso, en el reverso estaban recogidos los temas de de Kill ‘Em All, el álbum debut de la banda estadounidense Metallica. Un poco de trash metal para acabar un menú en sintonía. Esto es, con mucha contundencia y ritmo rápido.
Recapitulemos. Este restaurante se sitúa en la calle Comtes de Bell-Lloc del barrio de Sants, engrosando la lista de propuestas gastronómicas interesantes de la zona. ¿Por qué allí? Bernús -con una dilatada trayectoria que lo ha llevado desde la cocina de El Bulli hasta la Corte Real Hachemí de Amman, entre otros- quería volver a su barrio. Después de un año desde que cumpliera su deseo, sus brasas de autor están más candentes que nunca.
En Sants Es Crema, tienen varias opciones de menú. Incluso uno semanal por 25€ que se anuncia cada martes en su perfil de Instagram. El menú se compone de platos fríos, calientes, “Vicios”, “Anarkia a la parrilla” y la parte de los golosos “Sants Es Crema”. Aunque la verdad, todo podría meterse dentro de vicios. Va, me dispongo a enumerar los platos que han quedado grabados a fuego en mi memoria.
En esta parte, empecemos por los platos fríos o, para los metódicos, el principio. Abrimos boca con un poco de pan y aceite de la comarca de Las Garrigas en Lleida, con aceitunas de la variedad arbequina. Esto ocurrió hasta que llegó el tartar de ostra con foie gras con aire de citronela. Una maravilla. Si estás entre los haters de este productazo del mar, puede que en este acogedor lugar de Sants dejes de serlo.
Por si una ostra no fuera poco, probamos otra con pies de cerdo. Un mar y montaña de sabor contrastado por la salinidad del molusco y la carnosidad de la mitad del puerco. Las ostras van variando cada cierto tiempo, así que dependiendo cuándo vayas encontrarás sabores distintos.
Pasamos a los calientes con una espuma de ceps y con papada de cerdo ahumada y huevas de salmón. La sabrosura debe de ser esto. Un plato con un sabor brutal que aún consigue hacerme salivar, a pesar de haberlo probado hace un tiempo. Algo muy metal. Pura contundencia.
Dentro de la parte de los Vicios, nos rendimos a un arroz caldoso de conejo a la brasa. El artilugio que te recibe nada más entrar al restaurante es el que deja su sello en este plato y prácticamente en la mayoría de platos. Por consiguiente, también deja la firma de Bernús, ya que él diseñó esta brasa a medida inspirada en la de carbón de estilo japonés.
La parte marina también la completamos con un salmonete a la parrilla con dashi. Este caldo de pescado japonés ayuda formar esa idea de local acogedor, pero aleja su cocina de cualquier etiqueta. Aquí lo único que tenemos claro es que algunos salen más ganadores que otros cuando de jugar con fuego hablamos. Repetimos: aquí se hacen brasas de autor, pero los platos se inspiran en las idas y venidas de su cocinero.
En cuanto al postre, la crema de Sants Es Crema. Así. Esta ya volviendo aquella que responde a la definición de “preparación alimentaria de consistencia espesa, de sal o de dulce”. Su espuma con azúcar quemado esconde un interior más dulce aún. Un fondo de mango que se convierte en el mejor broche final gracias a la combinación de texturas y temperaturas. Todavía resuena en mi cabeza como una canción de trash metal, sin ser yo nada de eso.
Después de conocer todas las posibilidades de crema, espero haber dejado claro lo realmente importante: que Sants Es Crema es un restaurante imperdible de Barcelona capaz de hacerte olvidar todos los significados de la mencionada palabra y dejarte impregnado aquel que no está recogido. Casi como una canción de metal, supongo ;).