El Balcó Gastronòmic del Port Olímpic alberga grandes propuestas culinarias con una vista panorámica de uno de los enclaves náuticos más emblemáticos de Barcelona. Son muchos los chefs que han elegido este destino para establecerse en una ubicación privilegiada, frente a uno de los puntos más vibrantes del turismo barcelonés. Entre las caras conocidas destacan Pantea by Hermanos Torres, Sagardi o Nuara, de la Familia Nuri.
En el local 11 del Moll de Gregal se encuentra Nuara, el proyecto más ambicioso de la Familia Nuri hasta la fecha. Conocidos por sus arroces y platos tradicionales, traen al Port Olímpic la serenidad y la paz de un paseo junto al mar.
Su curioso nombre no es casualidad y, aunque pueda parecerlo, no guarda relación con Nuri, a pesar de las similitudes ortográficas. “Nuar”, en catalán, significa anudar, reflejando a la perfección el concepto que quieren transmitir: la conexión con el mar. Además, “nu”, que en catalán significa desnudo, también representa su filosofía culinaria: una cocina abierta que pone en valor la esencia del producto en su estado más puro. Esta conexión con el mar, presente también en su logotipo, se manifiesta en una propuesta gastronómica basada en producto de lonja y mercado, con una selección que varía según el día.
Laura Noguera, tercera generación de la familia Nuri junto a su hermano David, asegura que Nuara es el restaurante del que más orgullosa está. Aunque el trabajo ha sido arduo, la recompensa de estar en un lugar tan lleno de historia como el Port Olímpic ha valido la pena. Además, se muestra orgullosa de incluir en la carta dos de sus platos favoritos: Tartar de atún Balfegó con stracciatella y pistachos y Puerros escabechados con meunière de ceps, avellanas y brotes. Este primer entrante está cargado de umami con el juego de sabores entre la stracciatella y la salsa teriyaki.
En Nuara, la calidad de los arroces, que han colocado a la familia en lo más alto de la gastronomía arrocera de Barcelona, se elabora con productos premium. Como no podría ser de otra manera, su Arroz de lomo bajo de vaca a la brasa con pimientos de Padrón rompe con los esquemas e invita a rascar la paella una y otra vez. Buena calidad y un excelente socarrat.
La cocina de mar y fuego, de lonja y de brasa, define la segunda parte de la carta de Nuara. Los pescados, como la escópola, expuestos en la cocina y presentados ante el comensal, permiten elegir el que estuvo disponible en la lonja ese día y la forma en que se desea disfrutar: al pil pil, a la vilvaina… Junto con la guarnición, que también se pueden escoger, como ensalada, pimientos del piquillo o patatas fritas.
El apartado de postres en Nuara no pasa desapercibido. Uno de los más destacados es la Pavlova de fresas, una obra de arte que invita a los comensales a destruirla con gusto, ofreciendo un dulce final para endulzar el paladar. En cuanto a la bebida, la bodega digital es otro de los puntos fuertes. Con 100 referencias que cambian constantemente, destaca por su selección de vinos catalanes y ecológicos, perfecta para acompañar la experiencia gastronómica.
Además, el restaurante tiene un fuerte vínculo con el público local, siendo un claro reflejo de la gastronomía mediterránea. Esto se refleja no solo en sus platos, sino en su ambiente cercano y accesible para quienes buscan disfrutar de los sabores autóctonos.
El precio ronda entre 55-60€ por persona, dependiendo de la bebida que elijas. La cocina está abierta de 11:00 a 22:30 h y, con su concepto de cocina non-stop, puedes disfrutar de una experiencia continua a lo largo del día. Y, para hacerlo aún más cómodo, ofrecen 2 horas de parking gratuito.
