Si, al igual que yo, no sabéis italiano pero disfrutáis de la gastronomía de nuestro país vecino, es posible que el nombre de Mizzica. Según su propietario y chef, Nuncio Cona, “Mizzica es el primer mordisco a una carbonara, llegar a una isla remota, un viaje en Vespa o la cocina de la Mamma”. Es una emoción o sentimiento muy difícil de expresar en palabras, y esa es la reacción que buscan en Mizzica: cucina e felicità!
El alma de Sicilia se respira en la calle Enric Granados de Barcelona gracias al chef Cona, también propietario de Tapas 2254, un restaurante de tapas de autor premium. Sin embargo, en Mizzica, su segundo establecimiento, los platos son más personales. Aquí, la cocina es pura herencia familiar, con raíces en Palermo y Catania. Las recetas que se sirven son las de toda la vida, las que siempre han estado en su casa, cocinadas por su abuela Paola. Eso sí, con un toque refinado: cortes de verdura más precisos, una presentación más cuidada pero sin perder ni un ápice del sabor original. Nuncio ha querido trasladar a Mizzica la esencia de aquellos fines de semana en casa de su abuela, cuando ella cocinaba para toda la familia y se juntaban alrededor de la mesa entre 30 y 40 personas.
Entre elementos sicilianos sin caer en la exageración y platos fieles a la tradición de la isla, encontramos algunos antipasti que bien podrían ser primos hermanos de nuestras tapas. En uno de sus viajes a Sicilia, Nuncio visitó el restaurante Osteria Lo Bianco, en Palermo. Allí probó la croqueta di latte palermitana y quedó tan asombrado que decidió incorporarla a la carta de Mizzica. Pero aquí viene el plot twist: resulta que los españoles les robaron esta receta de parmesano y pecorino y la adaptaron a nuestra cocina. Además, también podéis encontrar este capricho lácteo que se deshace en la boca con pecorino y jamón curado de cedo negro de Nebrodi.
Siguiendo con la lección de cultura gastronómica, en Palermo se dice arancina, con “a” final, mientras que en Catania es arancino, con “o”. Este contundente bocado nació como una comida de aprovechamiento para los campesinos, que necesitaban un plato completo y fácil de transportar cuando iban a trabajar al campo. Un popurrí de ingredientes pensado para aguantar toda la jornada laboral. En Mizzica, esta maxi croqueta de arroz se rellena de ragú de ternera, queso y guisantes, manteniendo la esencia de la receta tradicional.
Italia tiene la Torre Inclinada de Pisa, y Mizzica tiene su gran tabla mixta de embutidos y quesos sicilianos en versión vertical, que no tiene nada que envidiarle. En las aperitablas, el orden sigue una progresión de menos a más, aunque los contrastes están asegurados. Sabores suaves e intensos se entremezclan estratégicamente para sorprender al paladar. El salami de pistacho y la provola del Casale crean un juego de texturas y matices, pero si les añades un toque de mermelada de naranja o higo, el viaje imaginario por Italia está servido. Todo ello acompañado de una esponjosa focaccia casera.
Tras 6 meses investigando culinariamente, otros 6 buscando inspiración para la decoración y sus viajes bisemanales a Italia, Nuncio Cona tiene claro de que el plato del que se siente más orgulloso es Pasta con le sarde. Este plato, tan característico de Sicilia, es una mezcla perfecta de sabores como las sardinas frescas, el hinojo salvaje, las pasas, los piñones y la muddica aturrata, que simula el queso rallado. Es una receta que no solo cuenta una historia de tradición y sabor, sino también un pedacito de la Sicilia más auténtica que ahora podemos disfrutar en Mizzica.
El ritual de la rueda de parmesano se presenta ante el comensal, para hacerle partícipe de este espectáculo gastronómico. El spaghetti caccio e pepe con tartufo hecho de esta manera permite que la pasta se impregne de todos los aromas y sabores del queso. Por si no te habíais dado cuenta, todo en Mizzica es cremoso y sabroso.
Los postres, bajo el lema “La dolce vitta” son una invitación a sentirnos unos críos. Tradicionalmente, la bomba iris de pistacho se suele desayunar. Es un brioche relleno de crema de pistacho de bronte DOP y granillo de pistacho siciliano. Siguiendo con los rituales, el tiramisú sin gluten hecho al momento es un clásico que también se hace delante del comensal y puede saborear toda la frescura de los productos italianos.