El pasado 3 de octubre, el restaurante de cocina tradicional Casa Amàlia se unió a esta iniciativa gastronómica impulsada por Ada Parellada del restaurante Semproniana, que ya se encuentra en su novena edición. En colaboración con el departamento de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación de la Generalitat de Catalunya, el objetivo es combatir la alarmante cantidad de alimentos que se desperdician a lo largo de la cadena alimentaria. Desde el 19 de septiembre hasta el 5 de octubre, los comensales han podido disfrutar de esta experiencia en más de 50 restaurantes de Cataluña, donde colaboradores y productores han cedido productos que, a pesar de ser perfectos para el consumo, no iban a ser utilizados por su estética o por exceso de producción.
En Casa Amàlia, la creatividad de los chefs brilló en las innovadoras creaciones que presentaron en 12 platos, tomando como base la actual carta del restaurante. Esta originalidad dejó a todos con la boca abierta, admirando el ingenio que Antonio Salguero y Oriol Samitier supieron sacar de cada ingrediente. Jordi Castán, co-propietario de Casa Amàlia, recorría las mesas, compartiendo la historia detrás de cada plato con los comensales.
Entre los aperitivos, se sirvió una exquisita brandada de bacalao sobre un crujiente de arroz, elaborada con el aceite de las cocochas y un arroz con melsa deshidratada. El broche de oro del banquete fue, sin duda, el canelón de ragú de rape con velouté de bogavante, preparado a partir de los restos de la elaboración del Rape a la Brasa de la carta. La salsa velouté se creó utilizando las cabezas del carpaccio de carabinero, que también figura en la carta. Fue un festín de sabores y colores, que se disfrutó aún más al saber el esfuerzo, cariño y dedicación que había detrás de cada plato.
Otra de las elaboraciones destacadas fue el arroz meloso de cordero y berenjena a la brasa. Este plato utiliza el cuello de cordero cocido a baja temperatura del plato ¡Qué Lechazo! y las pieles de la berenjena rellena, creando una emulsión sorprendente. El resultado es una mezcla de sabores tan intensos que resulta difícil creer que se haya elaborado con cocina de aprovechamiento.
La expresión “del cerdo se utilizan hasta los andares” aquí se queda corta en este contexto. Para elaborar la cola de cerdo iberico de bellota y crema de calabaza, se utilizó el espinazo, una parte que comúnmente se desecha o se reserva para caldos y cocidos. La carne era tan melosa que se deshacía en la boca, maridando a la perfección con la crema de calabaza deshidratada.
Para finalizar, una de las propuestas de postre fue un mató casero con miel de calabaza y semillas crujientes. Este postre fue elaborado a partir de la leche cedida por Granja Armengol, que, al calentarse a 185 ºC, produce un cuajo natural. Luego se le añadió vinagre de manzana y los tallos de espinacas. La miel se obtuvo del aceite que sueltan las pipas de calabaza cocidas a baja temperatura, aprovechando los mismos ingredientes del plato anterior.
En el Gastrorecup se han salvado 128 kg de alimentos. ¡Una iniciativa increíble! Por solo 15 euros por persona, y gracias a Casa Amàlia, los comensales han disfrutado de una cocina con alma de mercado. Además, han colaborado con 9 paradas del Mercat de la Concepció, con las que trabajan a diario. De vez en cuando, los clientes tienen la oportunidad de llevarse a casa compost elaborado a partir de los restos de frutas y hortalizas. Sin duda, ha sido una experiencia deliciosa y solidaria que demuestra que, juntos, podemos marcar la diferencia en la lucha contra el desperdicio alimentario.