Raval, antes de ser este compendio de culturas, lenguas y tradiciones, era un barrio popular, obrero, donde residían buena parte de los trabajadores de las fábricas que se aposentaron a finales del s.XIX. Y Banquet, a escasos metros de Las Ramblas y teniendo como vecinos a Granja Viader o el Hotel Le Méridien, es un regreso a las raíces: a las del barrio, a las de la consciencia gastronómica y a la tradición y lo hace con gastronomía popular catalana en pleno corazón del epicentro turístico.
Meià, que de sobras es conocido por los disfrutones barceloneses de los últimos 10 años, regresa a Barcelona con una propuesta que recupera algunas recetas tan históricas que casi no encontraríamos quien las hubiera probado y mucho producto local, mucho chup chup y grandes dosis de coherencia. Con sobrado oficio a sus espaldas (y a la de su equipo), el cocinero recibió el encargo y la confianza de la familia Riera, propietarios del edificio donde Banquet se aloja en sus bajos, de recoger el legado del anterior restaurante (el mítico Segarra) y sentar las bases para que en las mesas del Banquet, se disfrute durante algunos decenios más.
Cocina ininterrumpida, consumo en el amplio comedor o en la terraza y un proyecto de resucitar los esmorzars de forquilla para los desayunos. El lujo aquí es probar platos inéditos, como el conejo a la empordanesa, los caracoles fritos, el faisán con uvas o el arroz a la milanesa. Ese conejo, nos aseguran, sabe de forma idéntica a lo que paladeaban los clientes de Paquita Agut y Ramon Cabau en el mítico l’Agut d’Avinyó, ya desaparecido. El arroz, que era un hit en restaurantes y recetarios de mediados del s.XX, sigue la receta del chef y divulgador Josep Rondissoni y ya, buscando irnos más atrás en el tiempo, el faisán a la uva se remonta a más de cien años y se considera un plato tradicional barcelonés.
Nos lanzamos con ganas a por ese banquete y empezamos con un plato de nuestra infancia que reclamamos desde aquí que regrese: la brandada de bacalao con hinojo, tan o más sabrosa y sedosa como permanecía en nuestro recuerdo y el tartar de salmón trutta de Tavascan, fresco, equilibrado, con aliñado suave.
Ya que hablábamos del arroz a la milanesa, ¡Teníamos que probar esta maravilla! La cocción, perfecta y una balanceada presencia del azafrán (ingrediente estrella), acompañándose de la salchicha y espárragos en un formato muy similar a un risotto, cremoso. Bien de chup chup, sabor y pan para mojar, disfrutamos del conejo a la empordanesa. Dos platos que sabían a memoria y, en menor grado pero de forma persistente, a hogar. Imposible no relamerse.
En cuanto a los postres, que nunca perdonamos por copiosa que sea la comida, nos decantamos por dos sugerencias del mismo Meià: postres de músico 2.0 y milhojas de praliné de avellana y frutos rojos. Postres que, dentro de su elaboración y emplatado, son bastante ligeros y con contundencia de sabor moderada.
El interiorismo, que firma el diseñador Carlos Martínez, ofrece pinceladas de los años 20 del s.XX, época en la que los banquetes populares, una suerte de comidas de alta concurrencia al aire libre, con servicio de camareros uniformados y asistencia elegante, eran el hit para socializar y ser visto. Es en su honor que Meià ha llamado banquete a su nueva aventura y a fe que lo es, con un contenido ticket medio de 35€/cabeza. Podrás disfrutar de ello todos los días, desde las 11 de la mañana hasta pasada la medianoche. ¿Te animas a disfrutar?