Después de la tormenta llega la calma, y tras una trayectoria llena de altibajos, como una atracción de feria, llega la merecidísima estrella Michelin. El director de esta obra, el chef de Rubí, Oliver Peña, ha recibido este prestigioso galardón, que marca el clímax de su carrera en Teatro Kitchen & Bar. Aunque, en palabras de él, “El mejor premio ha sido el reconocimiento de todo el equipo”. Tras su paso por 41º Experience y Enigma, ha comenzado una nueva etapa en la que, tras tres años, ha dejado su sello personal en cada uno de los platos de autor que narran historias de su trayectoria, desglosadas en diferentes actos.
Como si de una obra de teatro se tratara, al cruzar la puerta del restaurante te conviertes en parte de la función, contagiado por un ánimo tan positivo que te sentirías capaz de subir al escenario de cualquiera de las producciones de la Avinguda Paral·lel. Según el chef Peña, este premio es de todos: del equipo y de los comensales que respaldan este proyecto con moraleja shakesperiana.
El menú de Teatro Kitchen & Bar está dividido en actos y escenas, cada uno con un tipo de preparado y enfoque visionario. Los finger food están pensados para ser disfrutados en uno o dos bocados, permitiendo que el público continúe inmerso en la experiencia sin interrupciones prolongadas, asegurando que los comensales mantengan el ritmo y el hilo conductor de la función.
Tras levantar el telón imaginario, en el escenario encontramos los Tacos de Quelites km0, un bocado de merengue seco de hibiscus con crema ahumada muy significativo en la vida del chef ya que estos brotes fueron lo que más le gustaron en su viaje a México, y ahora en Barcelona somos afortunados de tener nuestro propio taco con brotes de nuestra tierra de la mano de uno de los mejores chefs del país.
Otro de los finger food que nos dejó salivando fue el Vermutón, una especie de magdalena de Proust en la vida de Oliver Peña, que le transporta, y a nosotras también, a ese momento familiar de la hora del vermut. En solo dos bocados, se notan todos los sabores que impregnan los fines de semana al sol. Gracias a esta creación, ahora somos fans de las patatas fritas con limón. ¿Cómo habíamos podido estar tanto tiempo sin descubrir esta combinación?
El Nigiri Crujiente de Toro es uno de esos platos que representan un ying-yang o una caja de sorpresas, pues ofrece contrastes y elementos que no te esperas. Está elaborado con harina de yuca y bolitas de tapioca, que se esconden en su interior. Primero hay que probar el wasabi y luego el jengibre, como esas experiencias amargas en la vida que, al final, se solucionan con un soplo de aire fresco. Estos dos bocados provocan una sensación tan intensa que se te escapa una lagrimita, dejando tus ojos hidratados y frescos, como el mismo atún de toro.
El Flautín es un clásico de la carta que, aunque consiste en solomillo de ternera ahumada sobre una masa larga y suflada, evoca la típica flauta de jamón ibérico que desayunas en la cafetería del barrio. Rico en sabor y en técnica, es un finger food del que querrás repetir.
Antes de que la función llegue a su fin, acompañada de una ronda de aplausos, aún queda espacio para los postres. Una Tartaleta de Fruta de Temporada limpia el paladar, mientras sentimos cierta pena porque la obra está a punto de acabar. Para los más golosos, un Alfajor helado de caramelo salado y cacahuete, acompañado de un sándwich de chocolate… mucho chocolate.
Teatro Kitchen & Bar ofrece distintas funciones con precios variados. El menú Clásico consta de 10 platos y postre por 75€/pax; el menú Teatro incluye 17 platos por 120€/pax; el menú Épico, con 16 platos, bogavante y algunos platos con caviar, por 180€; y la selección sorpresa, donde el comensal se deja sorprender por las recomendaciones de la sala.
Y como en el mejor de los espectáculos, el telón cae, pero la magia sigue en el aire.