Jon García regresa a Barcelona después de pasar por Can Roca (pastelería y partidas de carne y producción) y Casa Garras con la ilusión de, tras dos años de profundo aprendizaje, abrir un local de bocadillos gourmet. Al empezar la pandemia, focaliza energía y tiempo al divertimento de cocinar pasteles de queso y perfeccionar la receta. Desgranando las recetas de los mejores cheese cake patrios (La Viña, Zuberoa, Cañadío, Kava o Estimar) investiga punto en común y cantidades para, a partir de ahí, crear su propia receta.
Empezó a dar a probar a amigos, y a los amigos de estos amigos… hasta que llegaron los primeros pedidos por Instagram. A los dos meses, elaboraba 60 cheese cakes por encargo, y en la actualidad rebasa los 180 a la semana, llegando casi a los 1.000 entregados. A García le pilla por sorpresa pero convencido de su propuesta de valor y de calidad, sigue en su búsqueda de los mejores cheesecakes de (al menos) la ciudad, con variantes divertidas: chocolate blanco, limón y cacahuete, pimienta con baya pasión (una baya de aroma herbáceo que al romperse, asemeja en aroma a fruta de la pasión)…¿dónde estará el techo de Jon Cake?
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